Es una elección difícil de valorar. Hay que tener en cuenta que en cada ciudad belga hay infinidad de bombonerías donde encontrar estos deliciosos bocados de chocolate. Sin embargo, si rebuscamos en la historia de algunas de ellas, podemos encontrar grandes iconos y referentes del sector. No están todos los ...
Es una elección difícil de valorar. Hay que tener en cuenta que en cada ciudad belga hay infinidad de bombonerías donde encontrar estos deliciosos bocados de chocolate. Sin embargo, si rebuscamos en la historia de algunas de ellas, podemos encontrar grandes iconos y referentes del sector. No están todos los que son, pero sí una buena muestra de algunos de los mejores. Por su fama, su historia o aportación a la gran merecida reputación del chocolate belga.
Su nombre está estrechamente relacionado con el chocolate y el lujo. Puede que no sean los mejores, pero su fama les precede en los más de 100 países en los que puedes encontrar sus productos. Con cerca de 100 años de historia, entre sus creaciones se encuentra la Truffe Originale. Una mousse de intenso chocolate negro recubierta por una fina capa también de chocolate negro y enrollada en polvo de cacao puro. ¡Deliciosas!
Es la firma creada en 1910 por el confitero griego instalado en Bruselas Leonidas Kestekides, encargado de poner al alcance de todo el mundo los preciados pralinés, no solo como delicatessen de las clases altas. Con más de cien variedades distintas, en sus bombones se apuesta por la originalidad, los mejores ingredientes naturales y manteca de cacao pura. Exquisitos chocolates con avellanas de Turquía, cerezas Morello del Perigord, almendras de Sicilia o naranjas de Valencia, entre otros. ¡Una explosión de sabores!
Esta firma pasó de ser una botica, en la que se expedían fármacos, a ser todo un referente en el mundo chocolatero. Es la inventora del praliné y de la caja ballotin, un elegante envoltorio que convirtió al chocolate en un regalo de lujo.
Fue en 1857 cuando Jean Neuhaus abrió su botica en la Galería de la Reina de Bruselas. Para hacer más agradable el sabor de algunos medicamentos decidió bañarlos con chocolate. Años más tarde, su nieto se encargaría de sustituir la medicina de su interior por deliciosos ingredientes, creando así el primer praliné o bombón relleno. Una pasión por el chocolate que ha llegado a nuestros días con deliciosos bombones artesanos, cada uno de los cuales tiene su propia forma y nombre. ¡Un manjar de Dioses!
Gran amante del chocolate, Mary Delluc abrió su negocio en Bruselas en una calle por la que solía transitar el mismísimo rey. Su savoire faire y la alta calidad de sus productos, pronto la convirtieron en un referente. La estética de su tienda y la delicada presentación de sus creaciones hicieron el resto. Auténticas joyas, elaboradas en el propio local. Su refinamiento es tal que puedes elegir el embalaje y hasta el color del lazo que envolverá estas delicias. ¡Exquisitez en estado puro!
Es la firma con menor historia y menos famosa, pero no por ello menos importante. Belvas destaca por sus trufas y pralinés 100% ecológicos y de comercio justo. El delicioso sabor de sus bombones es equiparable a su labor de compromiso social. Un valor en alza, representado por su logo, dos manos que se sostienen entre sí, y que simbolizan el grano de cacao genuino, el trabajo hecho a mano, el chocolate puro y la vuelta al sabor auténtico. ¡Un placer que se derrite en tu boca!
¿Te dejas tentar por alguno de estos bombones? ¿O mejor por todos ellos?