Luisa Vera nació en Elda (Alicante), en 1962. En 1985 se licenció en Bellas Artes en Valencia y se trasladó a Nueva York, donde continuó sus estudios de ilustración. En 2002 regresó a España, y actualmente vive en Barcelona, desde donde nos ha contestado a esta entrevista exclusiva. Mondrian, Monet, Picasso… ...
Luisa Vera nació en Elda (Alicante), en 1962. En 1985 se licenció en Bellas Artes en Valencia y se trasladó a Nueva York, donde continuó sus estudios de ilustración. En 2002 regresó a España, y actualmente vive en Barcelona, desde donde nos ha contestado a esta entrevista exclusiva.
El arte nace de la necesidad del ser humano de expresar sus sentimientos e ideas. El arte es un lenguaje. Desde el Paleolítico, hemos estado dándole a los pinceles (o dedos, espátulas y escoplos) siempre con la obsesión de representar la realidad tal y como es. El arte moderno rompió con eso y los artistas empezaron a realizar sus obras sin copiar la realidad.
Cuando un niño o niña ve un cuadro de Velázquez, pongamos Las Meninas, lo que ve en él coincide con una imagen que entiende, como una foto: hay personas y animales con su volumen y expresión facial, con unos peinados y ropajes de otra época... Y luego ponemos a esa misma criatura frente a Las Meninas de Picasso: los ojos de la infanta Margarita parecen los de la niña del exorcista y cada uno mira a un lado, tiene la cara azul y verde como si se hubiera comido un huevo caducado. Lo que ve el niño, puede resultarle desconcertante de entrada, pero tal vez se parezca bastante a sus propios dibujos, ¿no?
Así que lo primero que pueden aprender es que el arte no son sólo esos cuadros y esculturas que reproducen casi fotográficamente la realidad. Los artistas como Mondrian, Monet o Picasso dejaron de reprensentar la realidad objetiva y pasaron a representar una realidad subjetiva. Con ella expresaban sus emociones, ideas, sueños, obsesiones, etc. Cuando un niño observa un cuadro que se aleja de la realidad objetiva, se activa su imaginación y su capacidad de interpretar y reflexionar sobre lo que ve. Así, se estimula su creatividad.
Si desde niños vamos al museo, se convierte en algo tan normal como ir al cine o a un espectáculo de marionetas. Todos deberíamos ir al museo. Son sitios preciosos, tranquilos y llenos de cosas hermosas. Antes parecía algo reservado para las élites culturales y no es así. El disfrute del arte en este momento está al alcance de todos y tenemos que aprovecharlo. El arte nos permite ver las cosas de otra manera y nos abre la mente. Estar expuestos a él y perderle el miedo nos beneficia a todos.
Pues creo que lo más atractivo para ellos es entender por qué pintaban como pintaban y qué pretendían expresar y transmitir los artistas de cada movimiento artístico.
¿Por qué los impresionistas pintaban escenas realistas pero con mil pinceladas de colores? ¿Por qué los cubistas pintaban las cosas como si hubieran explotado y se hubieran desintegrado en pedacitos? ¿Por qué los artistas abstractos pintan cosas que no existen? En el libro intento contar y explicar esas cosas de una manera fácil de entender y con algún dato simpático.
Desde hace años, he estado realizando adaptaciones de cuadros famosos a mi manera y con un toque de humor. La editora de COMBEL, Noemí Mercadé, vio estas obras en las redes sociales y me propuso que desarrollara un proyecto basado en la interpretación de obras de arte, pero para un público infantil. O sea, que la idea original es de ella.
Se me ocurrió hacer un viaje por el arte moderno, reinterpretando los cuadros más emblemáticos y dando vida a alguno de sus protagonistas (incluso a los abstractos). Para hacer ese viaje, decidí crear un museo ficticio. Un niño y su padre serían los protagonistas. El padre se queda ensimismado al principio de la visita mirando un cuadro que le apasiona y el niño, acompañado por los personajes de los cuadros, prosigue la visita. Las salas del museo están organizadas por movimientos artísticos cronológicos y para pasar de galería a galería hay que superar un laberinto inspirado en una obra del movimiento pictórico visitado.
Los niños siempren juegan. Su mirada siempre busca el juego. Esa es la gran diferencia. Ojalá los adultos pudiéramos mantener esa mirada.