La disnea no siempre es patológica. En ocasiones, la sensación de falta aire puede deberse a la realización de un ejercicio físico intenso, el ascenso a un lugar elevado o a cambios bruscos de temperatura. Un elevado porcentaje de personas padecen disnea asociada a patologías agudas o crónicas subyacentes. Identificar ...
La disnea no siempre es patológica. En ocasiones, la sensación de falta aire puede deberse a la realización de un ejercicio físico intenso, el ascenso a un lugar elevado o a cambios bruscos de temperatura.
Un elevado porcentaje de personas padecen disnea asociada a patologías agudas o crónicas subyacentes. Identificar en su inicio la disnea y tratarla correctamente mejoran el pronóstico del paciente y reducen las posibles complicaciones.
Los episodios continuos de dificultad respiratoria que aumentan en intensidad y frecuencia suelen indicar la existencia de algún problema de salud. Las causas más comunes son: asma (caracterizada por la obstrucción de las vías aéreas), la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), la insuficiencia cardíaca, la enfermedad pulmonar intersticial o la neumonía (como sucede en los pacientes covid que desarrollan esta patología).
Los síntomas de la disnea serían: sensación de ausencia de aire, de asfixia, de sofoco o de respirar de forma inadecuada, aumento en la amplitud de la inspiración, respiración agitada, sensación de opresión en el pecho, tos, silbidos, ronquidos, etc.
El tratamiento de la disnea pasa por tratar la enfermedad subyacente que la está provocando. Suelen utilizarse fármacos broncodilatadores, corticosteroides, antibióticos, antivirales, antihipertensivos, diuréticos, administración de oxígeno y asistencia mecánica respiratoria. También se han implementado programas de rehabilitación pulmonar, centrados en ejercicios terapéuticos para disfrutar de una capacidad respiratoria funcional que no afecte la calidad de vida.
Sería recomendable evitar ciertos factores causantes de la disnea. Seguir una dieta poco saludable, el sedentarismo, el consumo excesivo de alcohol y de tabaco están absolutamente contraindicados.
Las recomendaciones para prevenir la disnea incluyen:
1.Planifcar una dieta saludable. El consumo de alimentos sanos en cantidad adecuada resulta fundamental para mantener tu organismo en perfecto estado, favorecer la capacidad funcional del aparato respiratorio y potenciar la actividad del sistema inmunitario.
2.Dejar de fumar. Es el factor desencadenante de disnea que en mayor medida describen los pacientes y el que más se ha asociado a su aparición y mantenimiento.
3.Ejercicio físico leve o moderado según la severidad de la disnea. Mejora la capacidad ventilatoria, favorece la reducción de síntomas, mejora la capacidad de respuesta del organismo ante procesos patológicos e incrementa la oxigenación correcta de los tejidos.
4.Evitar ambientes contaminados (polvo, suciedad y otros elementos nocivos) pues afectan especialmente a nuestro aparato respiratorio. Es necesario mantener una adecuada limpieza en el hogar y el trabajo y utilizar mascarillas protectoras para evitar que se vea afectado.
La disnea suele tener un curso paulatino y resulta complicado, en ocasiones, percibirla. Si la sintomatología se hace más severa y se añaden nuevos síntomas, como tos o fiebre, se debe acudir al médico inmediatamente. Será él quien haga el diagnóstico, instaure el tratamiento y siga el proceso de manera adecuada.