En relación al tabaco, aunque lo mejor es no fumar, se considera más recomendable dar el pecho, ya que la leche materna protege de las infecciones al lactante. Pero cuidado, aunque no está totalmente comprobado, se cree que la nicotina en exceso puede inhibir la producción de leche.

La nicotina es una sustancia que pasa a la leche materna en cantidades que no resultan tóxicas para el bebé, pero no son totalmente inocuas. Así:

-El efecto estimulante de la nicotina causa en los hijos de madres fumadoras dificultades para conciliar el sueño, por lo que si la madre fuma debe evitar hacerlo en las horas que preceden a su siesta o su sueño nocturno. Así se reducirá un poco el impacto de la nicotina sobre el sistema nervioso del bebé.

-Lo más perjudicial es el humo que respira el lactante. Se ha asociado a una mayor predisposición a sufrir el Síndrome de muerte súbita del lactante y a padecer infecciones respiratorias, asma y otitis, entre otras patologías.

Sería recomendable: no fumar dentro de casa, no fumar en el lugar donde está el bebé, reducir al mínimo el consumo de tabaco y fumar lo más separado posible de cada toma (al menos 2 horas antes de cada toma o tras la toma).

Por lo que se refiere al alcohol, se sabe que el alcohol consumido pasa rápidamente a la leche materna y desciende rápidamente ya que no se acumula en la glándula mamaria. El nivel de alcohol presente en la leche es muy bajo, pero el olor que adquiere la leche es muy fuerte, alcanzando la máxima intensidad entre los 30 y 60 minutos tras la ingesta de la bebida alcohólica. Esta situación puede motivar que el lactante rechace la toma.

Además, algunos estudios confirman que el alcohol inhibe la secreción de prolactina, la hormona que interviene en la producción de leche, durante dos horas aproximadamente.

Los efectos del alcohol sobre el bebé están directamente relacionados con la cantidad de alcohol que consume la madre. Una cantidad pequeña o moderada no ha mostrado efectos nocivos en el bebé. Una dosis de alcohol mayor de 0,5 gr/Kg (200 cc de vino, 500 cc de cerveza o 60 cc de licor, por ejemplo) puede producir sedación y disminución de la producción de leche.

Resulta fundamental no beber alcohol al menos durante los primeros 3 meses de lactancia materna. Tras este período, cantidades pequeñas y esporádicas serían tolerables (una cerveza o un vasito de vino una o dos veces a la semana, por ejemplo) consumidas alejadas de las tomas. No se deben tomar bebidas de alta graduación, como ginebra, licores o whisky, ni creer el mito de que un vaso de cerveza al día aumenta la producción de leche.