Son varias las opciones para alcanzar tu objetivo:

-Come cuando tengas hambre. Es más sano comer cinco veces al día pequeñas raciones que hacer tres ingestas de mayor cantidad. No te saltes ninguna comida.

-Sigue una dieta con las calorías precisas. No te pases pero tampoco las reduzcas excesivamente.

-No llenes el plato y levántate de la mesa con la sensación de poder comer más.

-Mastica despacio y bien, pues favorecerás la digestión y aumentarás la sensación de saciedad, reduciendo la cantidad que necesitas ingerir. Saborea la comida y disfruta.

-Opta por las frutas, verduras y hortalizas de temporada ricas en agua y fibra.

-No abuses de las proteínas de origen animal; elige pollo, conejo, pavo y pescado.

-Reduce el consumo de carbohidratos simples (azúcar, caramelos, bollería, etc.) y controla la ingesta de carbohidratos complejos refinados (pasta, por ejemplo) y opta por arroz integral, legumbres (bien preparadas para que no te produzcan gases), etc.

-Limita la ingesta de embutidos y fiambres.

-Consume lácteos desnatados y semidesnatados. Evita los quesos grasos.

-Salvo indicación del médico, no elimines ningún alimento de la ración diaria, pues todos son necesarios para tu organismo.

-Hidrátate adecuadamente bebiendo agua, infusiones, zumos naturales, etc.

-Haz ejercicio. Cualquiera, practicado a diario, favorece la pérdida de peso y la producción de endorfinas que mejoran tu estado de ánimo. Puedes escoger el más adecuado a tus condiciones de salud: caminar, correr, nadar, jugar al tenis, etc. Hacer ejercicio alternando mucho y poco esfuerzo, favorece la desaparición de la grasa. No te escudes en que no eres capaz de hacer mil abdominales, porque no es necesario. Fortalecer los abdominales es beneficioso porque evita las lesiones y mejora la espalda y columna desarrollando un corsé interno que te ayuda a sentirte mejor.

-Adapta tus horarios y comidas en función de la actividad física. No abuses de la comida antes de dormir: se quema menos grasa durante la noche.

-No bebas alcohol.

-Reduce el estrés. Intenta relajarte con técnicas específicas y reserva una parte del día para el ocio. Una buena opción es practicar yoga, taichí o Pilates, que combinan la realización de un ejercicio relativamente suave y la posibilidad de recuperarte a nivel psíquico. Consulta con un especialista cuál se adapta mejor a tu estado de salud. También puedes acudir a la fitoterapia, pues son muchas las infusiones que pueden ayudarte si sufres estrés (tila, valeriana, amapola, etc.) Pregunta a los expertos.

-Utiliza preferentemente aceite de oliva. Limita fritos, mantecas, cremas, etc.

-Elige vapor, microondas, horno, etc. Para cocinar a la plancha opta por una sartén antiadherente y aceite en spray (para reducir la cantidad que usas).

-Adapta la dieta a los eventuales problemas que se añaden a la presencia de grasa abdominal: hipertensión, intolerancia, dislipemias, etc. según las órdenes de tu médico.

¿Por qué no se reduce mi abdomen?

Son varios los motivos:

-Desequilibrio de calorías. Si comes más de lo que gastas, no quemarás lo que ya has acumulado.

-Poca paciencia. Has pasado mucho tiempo sin cuidarte y la grasa no va a desaparecer en unos días.

-Hacer dieta durante la semana y saltársela el fin de semana porque el organismo se altera y el metabolismo favorece que se acumule aun más grasa en el abdomen.

-No tienes barriga cervecera; la cerveza no es la única culpable. Aunque no tomes ni una, la barriga no desaparecerá inmediatamente.

-La grasa abdominal es la más difícil de quemar. Necesitarás mucha paciencia e incluir en tu dieta ciertos compuestos que te ayuden (antioxidantes, cafeína, te verde y cromo, entre otros).

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