El miedo a la sangre o hematofobia, es un miedo irracional y persistente hacia la sangre y cualquier estímulo relacionado con ella como las heridas o las inyecciones. Quien la padece evita situaciones relacionadas con la sangre o, si no le es posible hacerlo, las tolera con un potente malestar. Es ...
El miedo a la sangre o hematofobia, es un miedo irracional y persistente hacia la sangre y cualquier estímulo relacionado con ella como las heridas o las inyecciones. Quien la padece evita situaciones relacionadas con la sangre o, si no le es posible hacerlo, las tolera con un potente malestar.
Es importante diferenciar la fobia a la sangre (en la que la persona puede llegar a desmayarse en presencia de la sangre) del malestar (que se mantiene bajo control) y que comúnmente puede producir este tipo de situaciones en la población general. Además, antes de la exposición a la sangre, la persona fóbica manifiesta ansiedad anticipatoria y conductas de escape o evitación.
Los síntomas de la fobia a la sangre son diferentes de los presentes en las demás fobias. El más característico es un patrón de activación y desactivación que se presenta en dos fases:
-En una primera fase, la exposición a la sangre produce un alto nivel de activación con aumento de la frecuencia cardíaca y de la presión sanguínea y tensión muscular.
-En una fase inmediatamente posterior, se produce un rápido y acusado descenso de la frecuencia cardíaca, la presión sanguínea y la tensión muscular. A ello se asocian vómitos y mareos que pueden causar desmayo.
Entre las causas que producen el miedo a la sangre destacarían:
-Las experiencias traumáticas previas relacionadas con la sangre, así como el aprendizaje por imitación y observación.
-Un historial personal (o de alguien cercano) de intervenciones quirúrgicas.
-Un componente genético, pues quienes se desmayan ante la sangre tienden a hacerlo también en otras situaciones, por lo que podría haber una predisposición personal al síncope.
-Un componente familiar, pues la fobia a la sangre se presenta en varios miembros de la misma familia.
Las consecuencias del padecimiento de esta fobia dependerán del grado de afectación personal que provoque. Para algunas personas la repercusión será menor si esta fobia solo aparece en contextos relacionados con la sangre como ir al dentista o ser vacunado, por ejemplo, aunque pone en riesgo su salud si su forma de afrontarlo es evitar acudir a las citas.
En personas en las que la afectación es más profunda se produce una generalización de las situaciones, por lo que la evitación se produce en más situaciones en las que la sangre podría estar presente, como cocinar, hacer deporte o ver películas con escenas sangrientas, por ejemplo. Y esta actitud afecta directamente a su calidad de vida.
El tratamiento combina diferentes estrategias para que puedas controlar la hematofobia. Destacarían:
1-Terapia de exposición controlada. Permite controlar la ansiedad en situaciones relacionadas con la sangre.
2-Terapia de reestructuración cognitiva. Permite controlar los pensamientos asociados al miedo a la sangre.
3-Terapia de tensión controlada. Para impedir el desmayo asociado a esta fobia.