Su consumo se considera presente ya en el antiguo Egipto, aunque se está documentando a partir de los hallazgos encontrados. Se cree que proceden de Sicilia y Cerdeña. Se cultivan, actualmente, en la zona templada de Europa, especialmente en Francia, sin tener apenas presencia en el resto del planeta. Botánicamente se ...
Su consumo se considera presente ya en el antiguo Egipto, aunque se está documentando a partir de los hallazgos encontrados. Se cree que proceden de Sicilia y Cerdeña. Se cultivan, actualmente, en la zona templada de Europa, especialmente en Francia, sin tener apenas presencia en el resto del planeta.
Botánicamente se denomina Valerianella locusta, bautizada como "hierba de los canónigos" porque se cultivaba de manera habitual en los jardines de monasterios y rectorías. En los últimos años se ha incrementado su consumo porque la tecnología ha permitido su acercamiento a nuestros hogares.
En la composición química de los canónigos destaca la presencia vitaminas antioxidantes, fundamentalmente, ácido fólico, A, C y E. Resulta muy importante la presencia de betacaroteno (provitamina A), pues 100 gramos de canónigos aportan el 70% de nuestras necesidades diarias. También contienen minerales, especialmente hierro y potasio. Además, 100 gramos de canónigos solo producen 21 kcal, por lo que resultan ideales para controlar el peso.
A pesar de su espectacular composición nutricional, sus beneficios sobre el organismo se encuentran limitados por la reducida cantidad que solemos incluir en nuestra dieta habitual (normalmente entre 25 y 30 gramos). Las ventajas que los canónigos aportan a la salud son numerosas y destacarían:
1-Mejoran la anemia y los problemas renales.
2-Presentan propiedades positivas para el sistema óseo, nervioso y cardiovascular.
3-Se consideran digestivos, diuréticos, relajantes, sedantes naturales y depurativos.
4-Se les reconoce como fortalecedores del cabello y las uñas.
5-Se relacionan con la salud visual pues actúan como protectores de la vista.
Puedes encontrarlos en diferentes puntos de venta, normalmente en bolsas ubicadas en la zona de refrigerados. No compres las bolsas que presenten gotas condensadas en su interior o que contengan canónigos aplastados y pegados. Elige los que sean tersos, lustrosos, con un color verde intenso y rechaza los que presenten hojas lacias o que empiecen a amarillear.
No suelen aguantar más de 2 o 3 días en tu nevera. Lo mejor es que los compres cuando los vayas o consumir. La humedad excesiva los estropea. Si los compras al natural, guárdalos en la nevera envueltos en papel de cocina y no los conserves en tu hogar más de tres días.
Se recomienda su consumo en crudo. Si los adquieres al natural, debes limpiarlos con agua muy fría y unas gotas de vinagre. Resultan ideales en ensalada junto a zanahoria, patata, espárragos, apio, remolacha, tomate, calabaza, maíz o pepino, por ejemplo. Es mejor añadirlos al final, para evitar que pierdan su textura.
Si deseas cocinarlos, evita el exceso de cocción, pues se ablandan con facilidad y pierden sus propiedades. También puedes añadirlos crudos al finalizar el plato que hayas elaborado. En una pizza, por ejemplo, solo necesitas colocarlos encima cuando vayas a comerla, pues el calor residual es suficiente.