Ahora que vienen estas fiestas navideñas y que seguro que estás pensando en los aperitivos y entrantes que llevarás a la mesa, el queso, sin duda, será uno de los protagonistas. ¡¿No me digas que no se te está haciendo la boca agua, solo de pensarlo?! Porque es solo pensar ...
Ahora que vienen estas fiestas navideñas y que seguro que estás pensando en los aperitivos y entrantes que llevarás a la mesa, el queso, sin duda, será uno de los protagonistas. ¡¿No me digas que no se te está haciendo la boca agua, solo de pensarlo?! Porque es solo pensar en ello e imaginarnos una deliciosa pizza, o una tabla de quesos, con nueces y pasas. El queso es un alimento que siempre ha estado presente en la dieta del ser humano y aunque cuenta con defensores y detractores a partes iguales, en su defensa debemos decir que no todas las clases de queso son similares.
Está claro que el queso, por sí mismo, no es malo. Eso sí, debemos controlar la cantidad que tomamos y no tomarlo todos los días, ni grandes porciones. Y, por supuesto, no todos los quesos son iguales, de ahí que los nutricionistas siempre aconsejen tomar un pequeño trozo de queso como tentempié, a media mañana o media tarde, con frutas o galletas integrales, o bien espolvorearlo en las ensaladas. En este sentido recomiendan no pasar de los 40 o 50 gramos diarios, es decir, un par de cuñas, si tomamos quesos tiernos o curados, mientras que en el caso del queso fresco podremos ingerir hasta 100 gramos diarios. Y mejor tomar queso fresco, ricota, requesón, feta, mozzarella o parmesano, ya que, debido a su composición, son las alternativas más saludables.
Porque, en dosis moderadas, tomar queso nos aporta proteínas, minerales (entre ellos, el fósforo y el calcio), y vitaminas A, B12 y niacina. Por el contrario, si comes más queso del necesario podremos ganar peso, tener problemas intestinales o consumir más sal de la que debemos.
A continuación vamos a explicar algunas de las consecuencias de ingerir más queso a diario del que nos aconsejan los nutricionistas.
- Gases, estreñimiento y diarrea: abusar del queso puede producir que te sientas hinchada, con los consiguientes gases. Por esllo, es importante vigilar si se trata de una intolerancia a la lactosa o, simplemente, si te has pasado a la hora de ingerir la cantidad adecuada que recomiendan los expertos. Además, como el queso no contiene fibra, puede producir estreñimiento o digestiones más pesadas.
- Aumento de peso: comer queso en grandes cantidades tiene consecuencias en la báscula. No solo porque muchos tipos contienen una elevada proporción de grasa saturada, sino porque su consumo está relacionado con alimentos procesados como la pizza.
- Provoca retención de líquidos: debido al alto contenido en sodio de la mayoría de los quesos, es posible que provoque deshidratación o, debido a la cantidad de sal que también contiene, puede provocar retención de líquidos.
- El colesterol por las nubes: Las grasas saturadas, muy comunes en el queso, pueden obstruir las arterias y elevar el colesterol denominado "malo". Aparte de que comer mucho queso también puede provocar el riesgo de sufrir alguna futura enfermedad cardíaca, especialmente si tienes patologías previas o antecedentes familiares de colesterol alto. en este queso, el queso fresco, feta o la mozzarella son las alternativas más saludables.