El insomnio, la más común de las enfermedades del sueño, provoca una inadecuada recuperación energética que impide afrontar las actividades cotidianas. El sueño de los insomnes es de mala calidad y no mejora por más horas que pasen acostados. Hay varios tipos:

-De conciliación, no consigues dormir por un estado de hipervigilia o ansiedad debido a factores exógenos (como estrés laboral o familiar).

-De mantenimiento, te duermes fácilmente, pero te despiertas varias veces de noche (puede relacionarse con ansiedad aguda o depresión).

-Terminal, te despiertas muy pronto y no puedes volver a dormirte.

Las causas son variadas, aunque en muchos casos no se puede reconocer un problema orgánico generador del insomnio. Podría deberse a un episodio de estrés agudo (problemas laborales, familiares, etc.), un desorden emocional (como la depresión), una enfermedad orgánica (como la artritis o las úlceras gástricas que cursan con dolor o los problemas respiratorios derivados de patologías como el enfisema o la EPOC), los efectos secundarios de sustancias que afectan al ánimo (alcohol, cafeína, drogas psicoestimulantes, etc.), un trastorno en el ritmo de la respiración nocturna (ronquidos), etc.

Puede mejorar si sigues las pautas adecuadas: dormir solamente el tiempo preciso, evitar las siestas, establecer horarios estrictos, utilizar la cama solo para dormir, controlar los sonidos externos, mejorar tu dieta habitual, incluir alimentos ricos en vitamina B, evitar café y alcohol, etc.

No consigo dormir… ¿qué puedo hacer? Acude a tu médico, pues cada paciente es diferente y su “insomnio” también lo es, por lo que no sirven los tratamientos generalistas. Es imprescindible el diagnóstico especializado y la prescripción -o no- del tratamiento farmacológico adecuado a cada caso. Los nombres comerciales de los fármacos utilizados contra el insomnio están en nuestra mente. No te automediques pues, aunque famosos, no sirven para todas las situaciones y presentan efectos secundarios que deben ser controlados. Deben ser empleados siguiendo estrictamente el criterio del médico que los ha prescrito.

Terapias alternativas ¿sí o no? Sus partidarios recurren a ciertos remedios que deben ser supervisados por los respectivos especialistas. Entre otras opciones, se encuentran:

-Vitaminas y minerales. Se recomiendan la B y la asociación de calcio y magnesio. Si tienes pesadillas, no se recomienda la vitamina B 6.

- Fitoterapia, las plantas más usadas son el espino albar, la pasiflora, la valeriana y la amapola. Puedes consumirlas en forma de cápsulas o como infusión, aisladas o combinadas entre sí y siempre bajo consejo del especialista, pues son susceptibles de interferir en otros tratamientos.

-Homeopatía, la Coffea 9 CH, el Aconitum 15 CH o la Belladona 7-9 CH, etc.

-Esencias florales, la de lavanda es la más utilizada.

-Acupuntura, la manipulación con agujas de acupuntura debe ser realizada por especialistas en una clínica. Puedes apoyar el tratamiento en casa masajeando las zonas donde se introducen dichas agujas (región posterior del cuello a dos centímetros por detrás de las orejas o en la cara externa del tobillo, exactamente en el punto donde se une el talón al tobillo.

Cualquiera de estas terapias debe ser aplicada siempre por profesionales. No pueden ser utilizadas por consejo de otra persona que “padece la misma problemática” y le van bien. Cada caso es diferente y debe ser valorado específicamente por los especialistas.

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