Si echas una ojeada a la tabla nutricional de la Fundación Española de la Nutrición (FEN) te sorprenderías de que el plátano no es el único en poseer un alto contenido de potasio. En 100 g de una porción comestible de este fruto hay 350 mg de potasio. Pero también ...
Si echas una ojeada a la tabla nutricional de la Fundación Española de la Nutrición (FEN) te sorprenderías de que el plátano no es el único en poseer un alto contenido de potasio. En 100 g de una porción comestible de este fruto hay 350 mg de potasio. Pero también podemos observar como el coco supera con creces este valor hasta situarse en los 405 mg, seguido muy de cerca por el aguacate, con 400 mg. La chirimoya es otro ejemplo, la cual cuenta con 382 mg de este mineral. Pero aún existen frutas que se colocan por encima de las anteriores, es el caso de las uvas pasas y el tamarindo, con 860 mg y 628 mg, respectivamente. Por increíble que pueda parecer las pasas, aunque son sometidas a un proceso de deshidratación, ya sea a través de la luz solar o de forma mecánica mediante la utilización de electrodomésticos como el horno, no llegan a perder parte de sus nutrientes, sino que los incrementan. En lo que respecta al agua pierden como es lógico su valor al someterlas a un proceso de secado. Así, poseen 25,5 g de agua, mientras que la uva blanca o la negra se componen de 82,4 y 83,5 g. En el caso de los hidratos de carbono, estas se quedan cortas (16,1 y 15,5 g), mientras que en lo que respecta a las uvas pasas presentan una cifra superior, con 66 g. Sin embargo, estas últimas ganan por goleada a sus homólogas cuando se trata de la composición mineral. Así, las pasas registran, como apuntábamos anteriormente, 860 mg de potasio, 110 de fósforo, 71 de calcio y 52 de sodio. En cambio, las variedades blanca o negra se quedan cortas en cuanto a potasio y en el resto de minerales. Por ejemplo, si bien es cierto que en potasio alcanzan los 250 y 320 mg, respectivamente, en lo que se refiere a fósforo su cantidad es menor, al contar con 22 y 16 mg.
Desde la página web de la Clínica Baviera destacan las propiedades beneficiosas de este comestible deshidratado que contribuye al "fortalecimiento de los huesos y el desarrollo óseo". Aconsejan que las personas de más de 50 años deberían incluir este alimento en su dieta porque es "una buena forma de prevenir la osteoporosis y otros problemas asociados". A su vez son grandes aliadas para el cuidado de nuestra dentadura. Desde la página web apuntan que "las pasas nos proporcionan una sustancia llamada ácido oleanólico, el cual previene las caries y evita la fragilidad y la alta sensibilidad en las piezas dentales". Además, son beneficiosas para el cuidado de la vista.
Según indican desde FEN las uvas en su estado normal son menos calóricas que cuando se procede a su desecación, ya que "su contenido en agua se reduce, lo que da lugar a la concentración de los nutrientes. El valor calórico de las uvas pasas casi se cuatriplica respecto a su equivalente en la uva fresca; esto se debe, en parte, a su abundancia en hidratos de carbono simples". Otro de los aspectos a destacar es que son idóneas para combatir el estreñimiento gracias a sus 6,8 mg de fibra. Si se analiza el apartado de las vitaminas comprobaremos como la vitamina C "está en mayor cantidad en la fruta fresca", porque, tal y como apuntan, desde la Fundación, esta "se pierde durante el desecado".
Si sientes curiosidad por saber cómo convertir una uva de mesa en una deshidratada. En la web de wikiHow explican paso a paso tres formas de conseguirlo. La primera es a través del secado natural bajo el sol. Para ello deberás lavarlas bien con agua y colocarlas sobre una fuente tapándolas con un paño. Después, pon la bandeja en el exterior, cuanto más estén en contacto con los rayos del sol antes secarán. Tendrás que dejarlas varios días y deberás cambiarlas de posición para que se sequen por todos los lados. Una vez que se hayan secado guárdalas en un recipiente hermético.
Otra opción es que las seques empleando el horno. En ese caso tienes que precalentarlo antes de meterlas en su interior. Lávalas primero y engrasa con un pincel la bandeja del horno para colocar las uvas encima. Deberán estar al menos cuatro horas hasta que presenten un aspecto rugoso. Cuando estén listas, ponlas a enfriar y guárdalas en una bolsa hermética.
Por último, si te decantas por utilizar un deshidratador el proceso es similar al anterior. Lava las uvas, extiéndelas sobre la superficie y programa la temperatura. Tendrán que estar como mínimo 24 horas, pero revísalas de vez en cuando porque es posible que estén antes. Todo dependerá de la variedad y del tamaño. Déjalas enfriar y guárdalas en un frasco o bolsa hermética.
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