La ira es una emoción universal innata que todos podemos experimentar. Sentimos ira como respuesta a una amenaza real o imaginaria. Provoca enfado, irritación, indignación y frustración. Surge cuando somos vulnerables y nos ayuda a motivarnos a combatir lo que puede dañarnos. El cuerpo reacciona ante la amenaza liberando adrenalina ...
La ira es una emoción universal innata que todos podemos experimentar. Sentimos ira como respuesta a una amenaza real o imaginaria. Provoca enfado, irritación, indignación y frustración. Surge cuando somos vulnerables y nos ayuda a motivarnos a combatir lo que puede dañarnos. El cuerpo reacciona ante la amenaza liberando adrenalina y noradrenalina y elevando el ritmo cardíaco y la presión sanguínea.
En la actualidad, no existen demasiadas amenazas que pongan en peligro nuestra integridad física. A pesar de esta situación, debido a que no somos capaces de gestionar correctamente nuestras emociones, expresamos la ira de forma excesiva, por lo que podemos ser perjudicados si no aprendemos a controlarla.
Podemos diferenciar dos tipos de ira:
-Ira pasiva
Es sutil y puede pasar desapercibida porque es posible que los signos no se noten. Su expresión se centra en la represión de la ira porque no saben gestionarla, no verbalizar el rencor, criticar a la espalda, adoptar el papel de víctimas, manipular a los demás, despreciar a otras personas mostrando indiferencia, eludir el contacto visual y evitar el conflicto.
-Ira agresiva
Es visible y se manifiesta en forma de destrucción de objetos, violencia física, carencia de empatía, gritos desproporcionados, superioridad en el juicio de los demás, culpar a otra persona o a algo externo de su frustración y amenazas.
Aprender a gestionar la ira puede llevarte un tiempo, pues requiere reconocer los errores del pasado y querer cambiar. La psicología ofrece opciones para lograrlo con éxito y evitar conflictos. Es posible aprender a expresar las emociones de manera más adecuada y existen varias estrategias que pueden ayudarte a manejar la ira. Destacarían:
1-Aceptar la realidad
El sufrimiento de quienes sienten una gran ira proviene, normalmente, de no aceptar lo que sucede. Cuanto antes asumas que las circunstancias son así y no como tú quieres, antes dejarás de sufrir.
2-Reconocer las distorsiones cognitivas
Todos tenemos ideas irracionales y distorsiones cognitivas que podemos detectar para aprender a reaccionar mejor la próxima vez que una situación nos resulte amenazante.
3-Conocerte a ti misma
El autoconocimiento resulta imprescindible para mejorar la gestión emocional. A lo largo de la vida acumulamos heridas emocionales que nos hacen daño. Aprenderlo y perdonar tus propios errores puede ayudarte a resolver conflictos de manera más adecuada la próxima vez que algo te afecte especialmente.
4-Mejorar tu autoestima
Una autoestima baja suele estar presente en quienes no controlan su ira correctamente. No suelen ser conscientes del dolor que provocan a los demás y, cuando lo son, suelen sentir un gran desprecio hacia sí mismos. Es importante mejorar su autoconocimiento y que aprendan a valorarse de una forma más sana.
5-Entrenar habilidades sociales
Quienes tienen dificultades para gestionar la ira necesitan aprender a reaccionar de manera asertiva.
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