Ansiedad, estrés, fatiga crónica y depresión son enfermedades que se han convertido en un problema de salud pública que empeoran la vida de millones de personas en todo el mundo. Terapias, fármacos…Las formas de tratar de combatir estas afecciones son varias, pero no siempre es suficiente. Puede que exista una cura aún más eficaz, además de ser gratuita y que solo depende de ti: la amabilidad.

En su libro Los cinco beneficios de ser amable, David R. Hamilton, uno de los expertos más importantes en el campo de la conexión cuerpo-mente detalla cómo la amabilidad impacta en el día a día: produces más serotonina, con lo cual, eres más feliz; generas más oxitocina regula tu circulación y tienes un corazón más sano; detienes la oxidación celular, retardas el envejecimiento; eres más asertivo y alegre, mejoran todas tus relaciones; y es contagiosa, cambias tu vida y la de otras personas.

Ahora, investigadores estadounidenses han corroborado la teoría de Hamilton. Según un estudio publicado en la revista científica ´Frontiers in Psychology´, la amabilidad no solo incide en los sentimientos de quien la recibe, sino también repercute en la salud cerebral de toda la familia.

Mejorar la resiliencia y la empatía

Un equipo multidisciplinar de investigadores y médicos del Centro de Salud Cerebral de la Universidad de Texas en Dallas (Estados Unidos) trató de averiguar si un programa de formación por Internet sobre la bondad mejoraba los comportamientos prosociales de los niños en edad preescolar y la capacidad de recuperación de sus padres durante la pandemia de covid-19.

Así, descubrió que enseñar y practicar la amabilidad en casa mejora tanto la resiliencia de los padres como la empatía de los niños. Los investigadores estudiaron el impacto de un programa de formación ´online´ sobre la bondad que consta de cinco módulos breves que los padres pueden hacer con sus hijos para enseñarles a ser amables.

Para determinar cómo influye la amabilidad en la salud del cerebro, el equipo pidió a los padres que encuestaran su propia resiliencia e informaran sobre la empatía de sus hijos antes y después del programa de formación.

Descubrieron que los padres son más resilientes y los niños en edad preescolar son más empáticos después del entrenamiento en amabilidad. Tanto la resiliencia como la empatía requieren habilidades cognitivas, como responder bien a los factores de estrés o considerar diferentes perspectivas. Por lo tanto, sus resultados apoyan la idea de que la amabilidad puede influir en la función cognitiva y en la salud general del cerebro.