Las castañas ofrecen muchísimas posibilidades a la hora de comerlas. Ya sean crudas, asadas o al horno, se trata de un fruto seco que es una delicia para los sentidos. Con muy poco aporte calórico, este fruto seco contiene, en 100 gramos, tan solo 2,6 gramos de grasa y 200 ...
Las castañas ofrecen muchísimas posibilidades a la hora de comerlas. Ya sean crudas, asadas o al horno, se trata de un fruto seco que es una delicia para los sentidos. Con muy poco aporte calórico, este fruto seco contiene, en 100 gramos, tan solo 2,6 gramos de grasa y 200 calorías. Además de ser muy rico en nutrientes y aportar hidratos de carbono (alrededor de un 42%), fibra (entre el 5 y el 8%), y vitaminas del grupo B, así como minerales, sobre todo potasio, y en menor cantidad hierro, calcio, magnesio y un pequeño contenido de sodio. Asimismo, las castañas nos aportan vitaminas C y ácido fólico, aunque estas propiedades se pierden a la hora de cocinar las castañas.
Respecto a su origen, cabe destacar que los romanos llevaron a Galicia las especies de castaños más productivas, mientras que los druidas consideraban a las castañas sagradas. Tan arraigada está en esta tierra, que se dedica una fiesta a este futo seco (Magostos), y se celebra entre el 1 y el 11 de noviembre, por lo que se convierte en un buen motivo para reunirse la familia, amigos y disfrutar del otoño. Asimismo, las castañas ya fueron la base de la alimentación de los europeos, que las comían secas o en forma de harina, hasta que la patata y el maíz fueron los protagonistas absolutos en el siglo XVI.
Las castañas comienzan a recoletarse en octubre y se prolonga hasta el invierno, por lo que el otoño marca la fecha de recolección de este preciado manjar, tanto por su sabor como por su capacidad nutricional y versatilidad en la cocina.
Castañas en la cocina
Como comentábamos antes, se trata de un alimento muy saludable que ofrece muchas posibilidades culinarias, pues combinan a la perfección con rellenos de carne y como acompañamiento de platos de caza y aves, ya que realza el sabor de la carne.
Sin duda, la manera más tradicional es comer las castañas asadas o crudas, pero este fruto seco ofrece una amplia variedad en la cocina. Pero vamos a ver otras maneras sencillas de consumir las castañas. ¿Te animas con alguno de ellos?
- A la sartén. En este caso, lavamos el fruto seco, hacemos el corte a las castañas y las ponemos a la sartén a fuego alto. Tapamos con una tapa y removemos de vez en cuando. la mejor manera de hacerlas es con una sartén castañera, un modelo de sartén llena de agujeros pensada especialmente para hacer castañas.
- Al horno. Una de las maneras más concocidas de hacer castañas, sin duda. Después de lavar las castañas, les hacemos un corte que traspase las capas y las metemos al horno a 180 ºC, durante, al menos, 20 minutos.
- Al microondas. Uno de los métodos más sencillos para hacer castañas. Para ello tan solo necesitaremos un recipiente de plástico o uno de silicona para cocinar al micro. Con las castañas húmedas y con el corte hecho, las metemos a máxima potencia durante 10 minutos.
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