Coyoacán (México), 1907. En la casa azul nació la mujer más fuerte, carismática y reconocida del país. El sufrimiento le persiguió desde pequeña al contraer poliomielitis, enfermedad a la que le siguieron operaciones y rehabilitación que le postraron en la cama durante nueve meses. Esto hizo que el desarrollo de la entonces niña fuera atípico, ya que, además de las secuelas psicológicas, la enfermedad le dejó secuelas en una de sus piernas que más tarde plasmaría en sus obras.

Pero todo esto no amilanó a la pequeña Frida, provocadora nata de los tradicionalismos de la época. Khalo solía vestirse de varón y formaba parte de un grupo de intelectuales en la universidad, todos ellos rebeldes que desobedecían y protestaban contra las injusticias.

El accidente que cambió su vida

Un día de regreso a casa en autobús, un tranvía chocó brutalmente contra el vehículo y causó a Frida multitud de lesiones graves en su cuerpo. Entre ellas, el choque le produjo tres fracturas de columna y rotura de la pierna en once partes. Sin embargo, lo que destrozaría el cuerpo de la pintora sería el pasamanos del autobús, que debido al choque se le introdujo por la cadera hasta salir por la vagina. A raíz del accidente, a lo largo de su vida tuvo que pasar por más de 32 operaciones y dolorosas rehabilitaciones que consistían en estiramientos de columna con máquinas. Desde aquel momento, Frida Khalo pasaría en la cama con corsés de yeso la mayor parte de su tiempo. Precisamente en la cama realizó su primer autorretrato, además de pintar sus pies, ya que era lo único que veía en todo el día.

Frida y el amor

Más tarde conocería a Diego Rivera, famoso muralista de la época que después se convertiría en su marido. Además de la pasión existente entre los dos, admiración mutua y la creatividad de ambos, también era una relación abierta en la que entraban otras mujeres en la vida de uno y otra. Frida anhelaba poder tener hijos, pero por culpa de las lesiones que tenía lo único que consiguió fueron dos abortos y más sufrimiento.

La pareja era activista del comunismo de su país, y no dudaba en salir a la calle en protestas y manifestaciones. La obra de Diego era protagonista del movimiento comunista y éstos llegaron incluso a dar cobijo al exiliado revolucionario León Trotsky. Se dice que Frida y el ucraniano llegaron a tener un romance. Poco después, Trotsky fue encontrado asesinado y se pensó que podía haber sido la propia Frida quien cometiera el crimen, lo que la llevó a ser incluso arrestada. También Rivera era sospechoso por los celos que sentía, pero finalmente ambos fueron puestos en libertad sin cargos.

Con el tiempo la salud de la mexicana fue deteriorándose, hasta casi no poder levantarse de la cama.  Los médicos se vieron obligados a amputarle la pierna, hecho que le acarreó una profunda depresión. Irónicamente, su última obra fue titulada Viva la vida.

Con 45 años Frida Khalo murió en la casa que la vio nacer, y esta fue la última frase que escribió en su diario: «Espero alegre la salida y espero no volver jamás».