Cuando Thomas Hanna acuñó el término somático en 1976, ayudó a cambiar las percepciones del cuerpo hacia el soma, el cuerpo experiencial. El soma se basa en la experiencia personal subjetiva, no en la perspectiva externa objetiva disponible a través de campos científicos como la anatomía o la biología. El estudio ...
Cuando Thomas Hanna acuñó el término somático en 1976, ayudó a cambiar las percepciones del cuerpo hacia el soma, el cuerpo experiencial. El soma se basa en la experiencia personal subjetiva, no en la perspectiva externa objetiva disponible a través de campos científicos como la anatomía o la biología.
El estudio de la somática enfatiza las sensaciones y experiencias individuales. La inteligencia de nuestros sentidos proporciona una gran cantidad de información a la que una perspectiva científica no accede fácilmente.
Era solo cuestión de tiempo antes de que los bailarines y los practicantes somáticos, aquellos que exploran modalidades como el Movimiento Auténtico, el Continuum, el Centrado en el Cuerpo y la Mente, la Experiencia Somática y otros, reconocieran que un cuerpo está en diálogo continuo con el entorno, dando origen a la ecosomática. Este campo en crecimiento combina la ecología con la somática.
La piel puede proporcionar un límite y mostrarnos distintas sensaciones hacia una silla o un río, pero el límite es semipermeable. La humedad y la temperatura entran y salen por la piel. Oír, ver, saborear, tocar y oler muestran cómo el exterior también está dentro de nosotros. El ruido estridente de unas obras en la calle nos puede poner de los nervios, así como el ronroneo de un perro te enternece porque sabes que necesita mimos.
Estamos en relación con todo lo que nos rodea, desde nuestro portátil hasta un vaso de agua y el perro del vecino cuando ladra. La reinterpretación moderna de esta interrelación dio lugar a la ecosomática. A través de este lente, la naturaleza y la biología se ven como inseparables de lo que somos.
Así que, la naturaleza no está fuera de nosotros. No son los bosques o las montañas a los que se accede solo cuando salimos por la puerta de nuestra casa. Somos naturaleza. Somos agua, tierra, fuego y aire. Somos células, microbios y bacterias. La ecosomática reconoce el cuerpo personal como inseparable del cuerpo planetario. Nuestro cuerpo es parte del ecosistema global. La ecología de nuestro cuerpo es parte de la ecología de la tierra.
Todo se conecta. Mis palabras con tus pensamientos. Tus pensamientos con tu motivación. Tu motivación con una acción elegida. La temperatura exterior con tu estado de ánimo. El nivel del río con la duración de tu ducha. La polinización de un cultivo con tu alimento. La actividad de tus células con la actividad de microbios, hongos y bacterias.
Este cambio hacia el reconocimiento de nuestro cuerpo como interrelacionado y no solo como una forma separada e independiente es fundamental. Muestra cómo las abejas melíferas, las mariposas monarca, los lobos grises, los manatíes, los lagos, el suelo y el aire son tan importantes como nosotros. Su salud y la nuestra están interconectadas.
La idea común de que los humanos son primarios no solo es ilusoria sino peligrosa, como lo demuestra el cambio climático. Los seres humanos son muy importantes, por supuesto, pero también lo son todas las plantas, minerales, insectos y animales. La ecosomática amplía la experiencia encarnada de nuestra carne para incluir a todos los habitantes conscientes e insensibles de la tierra.
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