El síndrome del impostor fue identificado a finales de los años 70. Se caracteriza porque la persona afectada atribuye sus éxitos a factores externos como el azar, pero no es capaz de reconocer que es su propio esfuerzo o capacidad lo que le ha llevado a lograr esos éxitos. A ...
El síndrome del impostor fue identificado a finales de los años 70. Se caracteriza porque la persona afectada atribuye sus éxitos a factores externos como el azar, pero no es capaz de reconocer que es su propio esfuerzo o capacidad lo que le ha llevado a lograr esos éxitos. A ello se une que se pone siempre en lo peor para poder afrontar lo negativo y defenderse si las cosas no le salen bien en una situación concreta.
El síndrome del impostor es un trastorno psicológico que afecta a siete de cada diez personas. Puede presentarse en cualquier momento, sexo, edad y en todas las facetas de la vida. Es difícil reconocer su padecimiento pero ponerle remedio con rapidez, reduce el malestar y la aparición de problemas profesionales y sociales.
Aunque puede manifestarse en todas las áreas de la vida (laboral, social y familiar) y en cualquier momento, suele ser más visible en el ámbito laboral, en momentos de mayor éxito y en personas con altas exigencias profesionales. Puede convertirse en un problema importante que reduce las posibilidades de progreso en el entorno laboral, que es lo que desean evitar los afectados.
Las causas del síndrome del impostor se centran en los pensamientos, las creencias y el afecto que se tiene a uno mismo. Es fundamental mejorar la autoestima, la autoeficacia, el autoconocimiento y modificar las creencias erróneas que inducen a no atribuir los éxitos personales a la propia valía. Es necesario ser realista, establecer metas adaptadas a las capacidades reales y potenciales para conseguir éxito en el objetivo planteado y disfrutar con ese éxito.
Esta situación provoca alteraciones emocionales que impiden al afectado disfrutar de los logros personales, generando una serie de creencias negativas sobre sí mismo que le convierte en su mayor enemigo. Como efectos secundarios, suelen aparecer frustración, ansiedad, problemas de sueño y falta de confianza.
Entre los síntomas del síndrome del impostor destacarían:
1-No disfrutar de los éxitos personales.
2-Percibir continuamente miedo al fracaso.
3-Tener creencias irracionales sobre uno mismo que provocan falta de autoconfianza.
4-Tener un alto nivel de autoexigencia y/o de perfeccionismo. Cuanto mayor sea esta autoexigencia y mayor número de responsabilidades se adquieran, mayor es la probabilidad de sufrirlo.
5-Sentirse inseguro e incapaz de conseguir una meta.
6-Vivir con un pesimismo defensivo. La persona se pone en lo peor, piensa que no va a ser capaz y, si el éxito no sucede, su autoestima se mantiene.
Cuando esta situación afecta a la vida de la persona que la padece a varios niveles (familiar, laboral y en las relaciones personales, por ejemplo), es necesario pedir ayuda profesional.
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