Si vives en Barcelona seguramente has pasado cientos de veces ante ella, aunque también posiblemente no le hayas prestado mucha atención, ya que su vecina colindante no es otra que la Casa Batlló. Sin embargo, la Casa Amatller es de extraordinaria belleza, con una arquitectura modernista impresionante, firmada por otro grande del modernismo como es Puig i Cadafalch. La reconocerás por su peculiar fachada escalonada que la hace única.

Una casa ligada al chocolate

Este año, está en el punto de mira, ya que cumple la friolera de 125 años. Un aniversario que sirve para repasar su historia y la de la familia Amatller, propietaria de la firma chocolatera del mismo nombre fundada en 1797, que ha llegado a nuestros días como todo un dulce referente.

Fue Antoni Amatller, tercera generación de Chocolate Amatller quien en 1898 compró una finca muy sencilla en el Paseo de Gracia de Barcelona, cuya reforma encargó a Puig i Cadafalch. Su intervención dio lugar a una transformación radical del edificio, no sin polémica, ya que no respetaba las normas impuestas por el proyecto de Ildefonso Cerdà en las que las viviendas debían tener un límite de altura y una fachada sobria.

La Casa Amatller fue la primera casa del Paseo de Gracia en romper las normas y revolucionar esta calle que, en su época, fue un elegante boulevar que conectaba la antigua ciudad amurallada con la Vila de Gracia. Un lugar en el que toda la burguesía catalana quería estar y ser visto.

Un edificio revolucionario e innovador

La reforma de Puig i Cadafalch creó una preciosa vivienda en la que el primer piso estaba ocupado por la familia Amatller y el resto por otros inquilinos. Un edificio revolucionario no solo por su espectacular fachada ornamentada, sino porque incluía algunas innovaciones para su época, como un ascensor para los vecinos, un portaplatos que subía la comida desde la cocina al primer piso o la iluminación eléctrica, toda una novedad en 1900.

Abierta a visitas, Casa Amatller te sorprende desde el primer momento con un vestíbulo que se abre hacia un patio de honor desde el que sale una escalera monumental, decorada con esculturas que elaboran chocolate. Un exquisito lugar coronado por una espectacular claraboya modernista. En la planta noble, a la espléndida ornamentación de la arquitectura modernista hay que sumarle la de unos muebles también diseñador por Puig i Cadafalch y las exclusivas obras de artes de la colección de la familia Amatller.

El colofón a esta visita la pone una bonita cafetería situada frente al vestíbulo, tras una puerta acristalada, en lo que antiguamente fue el garaje y el acceso a la cocina y a las habitaciones del servicio. Allí, podrás degustar un delicioso chocolate caliente, según la receta original de Chocolates Amatller.

¿A qué esperas para acercarte y conocerla mejor? La celebración de su 125 aniversario puede ser la excusa perfecta para visitar esta magnífica casa eclipsada, sin razón, por su vecina la Casa Batlló.