6 elementos imprescindibles para cuidar tu mente

Carmen Reija. Farmacéutica y divulgadora sanitaria

Uno de los factores que condiciona nuestro desarrollo, salud y rendimiento físico e intelectual es la alimentación. Un buen estado nutricional se logra día a día y los expertos coinciden en la importancia de adaptar la dieta a nuestras necesidades reales. Debe evitarse el aporte de estos compuestos utilizando medicamentos salvo orden expresa y control directo del médico.

28/06/2023

Los requerimientos nutricionales son las cantidades de nutrientes que cada individuo necesita teniendo en cuenta la calidad o tipo de nutriente en particular. Diferentes situaciones vitales precisan un distinto consumo (no tienen las mismas necesidades quienes viven de manera sedentaria que quienes hacen deporte de competición, por ejemplo) y que ...

Los requerimientos nutricionales son las cantidades de nutrientes que cada individuo necesita teniendo en cuenta la calidad o tipo de nutriente en particular. Diferentes situaciones vitales precisan un distinto consumo (no tienen las mismas necesidades quienes viven de manera sedentaria que quienes hacen deporte de competición, por ejemplo) y que se producen cambios a lo largo de la vida (ancianos y niños tienen necesidades distintas). Lo mismo ocurre en situaciones "especiales" como el embarazo y la menopausia, por ejemplo.

La mala alimentación reduce la capacidad de trabajo, y si es monótona, deficitaria o repetitiva, puede provocar la aparición de síntomas físicos (cansancio, falta de reflejos, sueño, calambres) y psíquicos (irritabilidad, nerviosismo, desinterés, etc.) que mejoran al cambiar la dieta.

A nivel laboral, los requerimientos nutricionales también varían. No son los mismos en un trabajo sedentario con un bajo gasto calórico de quienes permanecen sentados y/o se desplazan siempre en coche (personal de oficina, comerciales, taxistas, conductores de autobuses, etc.); un trabajo con desgaste físico, a quienes la dieta debe aportar suficientes calorías (obreros, agricultores, repartidores, etc.) o uno con estrés psíquico, que precisan nutrientes relacionados con un buen funcionamiento del sistema nervioso (empresarios, directivos, estudiantes, etc. y el personal con un trabajo monótono y repetitivo).

El cerebro consume casi el 20% de la energía que obtenemos de los alimentos, siendo imprescindibles, básicamente, glucosa y oxígeno. Necesita nutrientes para realizar sus funciones: aprender, concentrarse, memorizar, relacionar conceptos, etc., por lo que quienes padecen un gran desgaste psíquico no precisan aumentar el aporte de calorías, pero sí se deben ingerir los compuestos necesarios para el correcto funcionamiento del sistema nervioso.

Los nutrientes que intervienen directamente en la concentración, la memoria, el rendimiento intelectual y el estado de ánimo son: vitaminas del grupo B (carne, huevo, queso, pollo, melón o plátanos), la vitamina E o tocoferol (aceites vegetales y nueces), zinc (legumbres, cordero y frutos secos), calcio (leche y derivados), fósforo (frutos secos), ácidos grasos esenciales como el linoléico y linolénico (aceites de semillas y frutos secos), proteínas (pescado y huevo) y glucosa (cereales, frutas, verduras y legumbres).

Un desequilibrio alimentario puede generar carencias específicas de vitaminas o minerales que influyen negativamente sobre el rendimiento intelectual. Así:

1-La falta de piridoxina causa irritabilidad y depresión. En: sardinas, salmón, nueces, aguacate, garbanzos, etc.

2-La carencia de vitamina B12 provoca alteraciones en el sistema nervioso. Abunda en: levadura de cerveza, hígado, garbanzos, col, etc.

3-La deficiencia en hierro se relaciona con alteraciones en la capacidad de concentración y memoria. Abunda en: hígado, ternera, frutos secos, espinacas, avena, chocolate, mejillones, etc.

4-La falta de magnesio favorece el estrés. Abunda en: almendras, cacahuetes, lentejas, chocolate, guisantes, etc.

5-La escasez de tiamina puede causar depresión, irritabilidad, falta de concentración y memoria. En: carne magra de cerdo, avellanas, pistachos, hígado, etc.

6-Una deficiencia de niacina puede favorecer la aparición de depresión. En: cacahuetes, bonito, jamón serrano, salmón, etc.

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