A más de una la masa de croquetas la trae por el camino de la amargura, ya que se acaba pegando a las manos, se rompe al pasarla por el aceite, queda demasiado grasienta y la cocina parece que ha sufrido una batalla campal. Y no sólo hay que lidiar con todos estos inconvenientes, sino que se debe lavar y limpiar todo lo que se ha ensuciado. Pero vamos por partes. Para que la mezcla quede más jugosa puedes probar a echar mitad de una cebolla bien picada, que tanto puede ser la variedad plateada como morada. Esta última le da un toque especial porque al ser dulce y al echarle jamón da lugar a una fusión de sabores. Pica las lonchas de jamón serrano en trozos menudos y si quieres añade un poco de fiambre de pavo, pero en menor cantidad que de jamón. Pon un recipiente al fuego con un poquito de aceite, cuando esté caliente echa la cebolla y hazla a fuego lento, incorpora el jamón y el pavo, remueve de vez en cuando y añade la harina. Mezcla todo y cuando se tueste agrega la leche poco a poco. Aquí tendrás que ir controlando y ajustando para que la masa no te quede muy apelmazada ni tampoco muy líquida de más. Una vez que consigas el punto óptimo, tritura la masa con la batidora para que esta sea uniforme. Extiéndela sobre una bandeja con ayuda de una espátula de madera, déjala enfriar a temperatura ambiente y tápala con un papel film. Guárdala en la nevera unas horas o hasta el día siguiente, verás que te resultará más fácil de manejar. Si no quieres ensuciarte mucho las manos, prueba a darle forma con dos cucharas y sumerge la croqueta en el huevo batido echando mano de un tenedor. Coge un táper y echa el pan rallado en él, mete la croqueta y ve moviéndolo para que se empape del rebozado. A continuación, coge un recipiente, echa abundante aceite y cuando esté bien caliente incorpora las croquetas, pero no hagas muchas de golpe para evitar que se peguen o que no se hagan del todo. Cuando estén doradas por todas las caras, retíralas con una espumadera y pásalas para un plato forrado con papel de cocina para quitar el exceso de aceite. Si no las vas a freír todas puedes darle forma de croqueta y guardarlas dentro de un táper o de una bolsa hermética en el congelador, así las tendrás casi listas para otro momento.

Los desayunos han dado un giro de 360º. Ahora lo que se lleva es tomar un zumo de frutas, acompañarlo de un bol de yogur con semillas, o de una tostada con tomate natural con aceite o aguacate, queso fresco con nueces y miel y hasta los huevos poche. Esta versión permite obtener unos huevos cocidos, pero cuando se manipulan con el tenedor, la yema líquida se abre paso. A diferencia de unos huevos cocidos al uso, estos se cuecen sin cáscara. Pon a calentar un cazo con agua, coge un vaso o una taza, fórralo con papel film, echa un poco de aceite y extiéndelo por la superficie. Casca un huevo en su interior y salpimiéntalo, espolvorea un poco de orégano, forma un paquete agarrando el film por las puntas y fíjalo con una pinza, tal y como aconsejan en el canal de Fabián León. Cuando el agua esté a punto, introduce el huevo y cuécelo entre 3 y 4 minutos. Una vez listo, abre la bolsa y pásalo para un plato.

Los aguacates son otro de los alimentos que se han incorporado también a nuestra cocina. Los vemos como complemento de las ensaladas, en las tostadas o en forma de salsa guacamole para acompañar los totopos. ¿Pero, cómo cortarlo para que no se desperdicie tanto? La dietista, nutricionista y tecnóloga de los alimentos, Mónica Acha, muestra en su canal Simple Blending varias maneras de hacerlo. Coge un cuchillo y corta el aguacate por la mitad. Si lo quieres es preparar guacamole, ayúdate de una cuchara para retirar la pulpa. En cambio, si necesitas extraer láminas, hazle pequeñas incisiones con el cuchillo y después con una cuchara ve desprendiéndolo de su monda sin que el contenido se vea afectado. Por otra parte, para tenerlo listo para una ensalada, haz cortes en horizontal y en vertical. Por último, ayúdate con una cuchara para quitar los cubos de aguacate y mételos eun plato.

¿Tienes previsto hacer berenjenas, pero no das conseguido sacarle el amargor de encima? Lo que puedes hacer es cortarlas en rodajas, cubrir una bandeja con sal y colocarlas sobre ella. Después, volver a espolvorear sal de nuevo para que llegue a ambas caras. Tendrán que reposar media hora. A continuación, habrá que retirar el exceso de líquido con papel de cocina, según recomienda el chef Javier Romero.

El buen tiempo anima a comer platos refrescantes, como ensaladilla, ensalada, salpicón o gazpacho, pero como la lechuga es uno de esos ingredientes delicados, conviene manipularla con cuidado para que no se acabe marchitando. En el vídeo de @SimplyDuniaReceta aconsejan separar las hojas, meterlas en un bol, lavarlas con abundante agua y luego escurrirlas bien. En un recipiente hermético, cubre su base con papel de cocina y guarda las hojas de lechuga, ciérralo y cambia el papel si ves que se va humedeciendo. En cambio, si un conocido o familiar te ofrece lechugas de su huerta, pídele que te las dé con raíz, así se conservarán frescas por más tiempo. Mételas dentro de un bol y recubre la raíz con agua, y ve cambiándosela cada día y si ves que las hojas de fuera se están empezando a estropear, retíraselas. Verás como aguantan frescas unos días más.

FOTO PRINCIPAL.: Foto de Becca Tapert en Unsplash.