Se considera diarrea cuando se incrementa el número de deposiciones diarias y estas son de diversa consistencia, siendo más sólidas o más líquidas. Esta situación puede prolongarse durante más de tres días. Las razones que la producen suelen ser muy variadas, desde que se ha ingerido un alimento en mal estado, pasando por la toma de un medicamento cuyos efectos adversos pueden derivar en descomposición, hasta una intolerancia alimentaria. También puede tener su origen en el estrés. Como medida de prevención, desde el grupo de Educación para la Salud de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) recomiendan prestar especial atención al lavado de manos antes de manipular los alimentos, el agua deberá estar en buen estado y los comestibles que vayamos a ingerir deberán ser "seguros y cumplir con las garantías de seguridad alimentaria", sobre todo cuando estamos de viaje. A veces, además de presentarse la diarrea, es posible que aparezcan otros síntomas como el dolor en el abdomen, las náuseas y los vómitos.

La clave está en mantenerse hidratado. Pero no todos los líquidos sirven. Los especialistas del servicio de Pediatría del hospital de Bizkaia han manifestado que si se tiene diarrea se debe apostar por dos vías: "la reposición de los líquidos y electrolitos perdidos por las heces (rehidratación) y mantener una nutrición adecuada". En ese caso, las bebidas isotónicas, limonadas, zumos o refrescos están más que descartados. Además, desaconsejan los fármacos y antibióticos. En este sentido, Raquel Fernández, especialista en Pediatría del Hospital Quirónsalud Bizkaia, advierte que "en caso de fiebre, se pueden tomar antitérmicos. Y, siempre con la supervisión de un especialista, valorar asociar probióticos, ya que algunos acortan la diarrea". Fernández considera que, ante un episodio leve, el paciente "puede tomar agua con frecuencia...". Sin embargo, "en casos más intensos, con deposiciones líquidas abundantes, se recomiendan las soluciones de rehidratación oral, lo que conocemos como suero oral de farmacia", explica.

La experta pone el acento en que si vemos que nuestros hijos o hijas padecen diarrea de forma abundante y "notamos que están decaídos, tienen mucha sed, orinan menos, tienen la boca seca, lloran sin lágrimas o tienen los ojos hundidos, es señal de que están deshidratados". Visitar al especialista para que haga una exploración nunca está de más, sobre todo si se produce lo expuesto, así como si se acompaña de vómitos. En lo que respecta a la alimentación, Fernández considera ir poco a poco "sin forzar, evitando las comidas grasas o con mucho azúcar" y probar con "el suero oral en pequeñas cantidades cada cinco minutos, aumentado la cantidad según lo tolere" si se producen vómitos.

Una vez que este malestar haya desaparecido, se deben ir introduciendo los alimentos paulatinamente. Desde el Hospital Quirónsalud de Toledo proponen, por ejemplo, comer arroz e blanco, huevos duros y sopa de pollo, así como prescindir de la cafeína y el picante.

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