Alimento básico de nuestra dieta mediterránea, el pan nos acompaña a diario. Pero debemos tener en cuenta que, al tratarse de un hidrato de carbono, tendríamos que aprender a gestionar nuestra relación con él. Desde luego que el pan nos aporta energía, aparte de nutrientes como la fibra, las proteínas, los minerales y las vitaminas. Por ello, su presencia en la mesa de todos los hogares es fundamental, ya que contribuye a satisfacer las necesidades diarias de energía y a mejorar el perfil calórico.

Más aún si tenemos en cuenta que, a lo largo de miles de años, el pan ha sido uno de los componentes básicos de la alimentación de todo el mundo. De hecho, se atribuye a la cultura egipcia el arte de elaborar los primeros panes fermentados y la creación de los hornos para cocerlos. Pero existen algunas diferencias entre los distintos tipos de pan que vamos a ver a continuación. El pan blanco y el pan integral tienen calorías similares; la diferencia radica en que el integral, al contener más fibra, es más saciante que el pan blanco, además de que tiene más vitaminas. Mientras que los panes de molde, los picos o el pan con pipas deben entrar en la categoría de snacks, pues contienen sal y azúcar, por lo que no deben formar parte de nuestra alimentación diaria.

Respecto a la miga, muchas personas prefieren comerse solo la corteza porque existe la creencia generalizada de que la miga engorda. ¡Pues no es así! La corteza y la miga tienen los mismos ingredientes e idénticas calorías, solo que la corteza, durante el horneado, se cocina más, de ahí su distinto color y textura.

Así que vamos a ver algunos de los conceptos más extendidos acerca del pan y los mitos y creencias sobre este alimento tan delicioso. ¡Toma nota!

- Masa madre nueva vs masa madre vieja: la masa madre nueva es la de reciente creación y la vieja una porción de una masa de pan que hayamos utilizado para hacer pan el día anterior. Por eso, una masa madre nueva puede hacer un pan de la misma calidad que una masa madre mucho mayor.

- Los panes con harinas integrales son más saludables: esta creencia no es del todo cierta, ya que, como señalan algunos expertos, el germen y el salvado, que son las partes del trigo que hacen la diferencia entre una harina integral y una blanca, son fibras insolubles, de tal manera que el cuerpo no las puede digerir y tal como entran, salen.

- ¿Es bueno comer pan todos los días?: por supuesto que sí. De hecho, las guías alimentarias y los expertos nutricionistas aconsejan incluir, en una dieta equilibrada, alrededor de 4 a 6 raciones de cereales y derivados al día. Es decir, hablamos de pan, arroz, pasta, cereales o patatas.

- El pan de antes era mejor: tampoco es del todo cierto, ya que, hoy en día, la calidad de las harinas es mejor y disponemos de una maquinaria mucho más avanzada. De hecho, se ha avanzado mucho en la manera de elaborar el pan, las texturas y los tipos de pan que podemos elegir.

- Trucos para conservar el pan: por ejemplo, lo mejor para poder comer un pan que se ha quedado duro es envolverlo en papel aluminio y ponerlo en un horno caliente (a 160ºC) hasta que el centro del pan se caliente. Mientras que si lo que queremos en conservarlo durante un tiempo, lo ideal es cortarlo en rebanadas y envolverlo en plástico o en papel aluminio y congelarlo.

- ¿Se puede prescindir del pan en una dieta equilibrada?: rotundamente no. El pan es un alimento muy valioso desde el punto de vista nutricional que ayuda a equilibrar la dieta, al aportar hidratos de carbono complejos (almidón), cierta cantidad de proteína vegetal y muy poca grasa. Si tomamos pan integral, además de esto, nos estará aportando vitaminas, minerales y fibra.