La forma de afrontar y vivir tu enfermedad física no sólo depende de factores biológicos. Los aspectos emocionales, conductuales y mentales, es decir, lo que sientes, haces y piensas, influye en esa experiencia subjetiva. Los expertos señalan que:

1-La enfermedad presenta una serie de manifestaciones físicas asociadas al problema en sí mismo. Es el factor biológico, los síntomas propios de la patología que indican que algo funciona mal en tu organismo: fiebre, diarrea y dolor, por ejemplo, en el caso de una gastroenteritis.

2-Los síntomas físicos los experimentas como un sufrimiento emocional.

3-Los síntomas físicos alteran el ritmo normal de tu vida porque muchas de las cosas que haces o dejas de hacer están relacionadas con el padecimiento de la enfermedad.

4-Los síntomas son interpretados y valorados en función del significado que cada uno de nosotros le damos. Pueden ser vistos como algo terrible y catastrófico que te llevará a pensar que nunca podrás sobrellevar la enfermedad o puedes percibirlos como una parte más de tu vida, reconociendo que son molestos pero te puedes adaptar a ellos.

Es fácil entenderlo si analizas lo que sucede cuando te sientes enferma durante un tiempo. Una gripe, por ejemplo, genera a nivel físico/biológico una serie de incómodos síntomas que han precisado tu atención y tratamiento. Tus pensamientos pueden estar centrados en la incapacidad de asumir ningún reto y en la creencia de que no vas a poder superar la enfermedad. En el plano emocional, has podido sentirte ansiosa y deprimida. A nivel conductual, te has vuelto menos sociable, has dejado de realizar actividades agradables o has evitado la compañía de los demás.

En situaciones de enfermedad crónica, es posible que se produzca una exageración de la experiencia emocional, debido a que la sintomatología no ha cesado durante un largo periodo de tiempo. Esta experiencia puede verse afectada por el entorno, por las expectativas (¿estaré haciendo algo mal?), por la búsqueda de significado (¿por qué me pasa a mí?) y/o por las normas culturales (este sufrimiento es un castigo).

Las percepciones, las creencias, las actitudes y el estado de ánimo también afectan a la manera personal de vivir la enfermedad. En ocasiones, la presencia de síntomas físicos, durante un largo periodo de tiempo, puede provocar en las personas el desarrollo de estrés físico y emocional.

Como resultado, aparecen nuevos síntomas además de los propios de la enfermedad (como cansancio, tensión muscular o insomnio) consecuencia del estrés y no de la enfermedad. Es probable que tu enfermedad haya afectado a distintas áreas de tu vida (física, emocional y conductual, por ejemplo) y reconocerlo te permitirá desarrollar un plan de acción adecuado para su resolución.