Desde Nutribiótica, compañía especializada en microbiota, nos alertan de cómo afecta este trastorno a la microbiota. "El cerebro influye sobre la función de nuestro intestino, pero a su vez, la microbiota tiene un papel determinante en el funcionamiento del sistema nervioso central. Esta conexión bidireccional entre el sistema nervioso central ...
Desde Nutribiótica, compañía especializada en microbiota, nos alertan de cómo afecta este trastorno a la microbiota. "El cerebro influye sobre la función de nuestro intestino, pero a su vez, la microbiota tiene un papel determinante en el funcionamiento del sistema nervioso central. Esta conexión bidireccional entre el sistema nervioso central y el sistema gastrointestinal es lo que se conoce como el eje intestino-cerebro", explican los expertos de la citada compañía.
Sin embargo, la buena noticia es que siguiendo una serie de recomendaciones podemos revertir la situación, consiguiendo equilibrar de nuevo el eje intestino-cerebro. Además de las clásicas indicaciones de realizar una alimentación equilibrada basada fundamentalmente en frutas, verduras, legumbres y cereales integrales; hacer ejercicio de forma regular; respetar los ciclos circadianos e intentar poner freno al estrés, los profesionales de Nutribiótica nos sugieren la toma de unos probióticos determinados: los psicobióticos.
Los psicobióticos, también denominados probióticos para el cerebro, son microorganismos que, en cantidades adecuadas, producen un beneficio sobre la salud mental de la persona que los consume. Diversos estudios han demostrado que gracias a la comunicación bidireccional que existe entre la microbiota y el sistema nervioso central, el consumo de estas bacterias probióticas podría no solo mejorar los síntomas intestinales asociados a los trastornos mentales, sino también los psicológicos.
Dentro de las ventajas que ofrecen los psicobióticos, se encuentra su capacidad para, por ejemplo, aliviar los síntomas asociados a la ansiedad, la depresión, los cambios de ánimo y los problemas de sueño. Este efecto se logra mediante la producción de ácidos grasos de cadena corta, la reducción del estrés oxidativo (actuando como antioxidantes), la disminución de microorganismos patógenos y la regulación de la respuesta inmunológica. Esto último es posible gracias a la síntesis de citoquinas antiinflamatorias y la inhibición de citoquinas proinflamatorias.
Asimismo, los psicobióticos, que siempre deben ser pautados por un profesional de la salud, permiten equilibrar el metabolismo de neurotransmisores y hormonas, como la serotonina, el GABA, la dopamina y la epinefrina, lo cual mejora de manera significativa los síntomas neurológicos.
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