Hace dos días se celebró el Día Mundial de los Sueños, la jornada en la que el mundo los celebra, no solo los nocturnos, sino también y sobre todo los que alimentan nuestra ...
Hace dos días se celebró el Día Mundial de los Sueños, la jornada en la que el mundo los celebra, no solo los nocturnos, sino también y sobre todo los que alimentan nuestra vida diurna: todos aquellos sueños, deseos y aspiraciones que nos impulsan a crecer y evolucionar para alcanzar nuevas metas.
El aniversario, instituido en 2012 por la estadounidense Ozioma Egwuonwu, experta en estrategias motivacionales y, en aquel momento, profesora de la Universidad de Columbia, es una invitación a hacer realidad los propios sueños, trasladándolos de la dimensión onírica a la
real.
Cada uno de nosotros tiene sueños en el cajón o deseos que le gustaría ver realizados. A este respecto, Walt Disney solía decir: "Si puedes soñarlo, puedes hacerlo". A veces, sin embargo, no es tan sencillo convertir los sueños en realidad. Para hacerlos realidad, primero hay que convertirlos en objetivos vitales concretos, para luego poder perseguirlos y alcanzarlos.
Pero, ¿qué diferencia los objetivos de los sueños? Ambos desempeñan un papel fundamental en nuestras vidas: los sueños sirven de inspiración y los objetivos nos guían a la acción. De hecho, mientras que un sueño suele ser un deseo abstracto, un objetivo es una declaración concreta de lo que estamos decididos a conseguir.
Objetivo: ¿qué es y qué características debe tener para ser eficaz?
El concepto de meta ha sido ampliamente estudiado por el psicólogo Edwin Locke y el científico Gary Latham. En su Teoría del Establecimiento de Metas de 1968, ambos definieron la meta como "el objeto o propósito de una acción". Según Locke y Latham, para ser eficaz, un objetivo debe poseer cinco características clave. En
primer lugar, debe ser específico, es decir, establecido con claridad y precisión.
La especificidad ayuda, de hecho, a proporcionar una dirección clara en cuanto a lo que se pretende conseguir. En segundo lugar, es importante que sea alcanzable, es decir, que se defina en función de las capacidades reales de la persona que lo fija. A continuación, puede ser a corto o largo plazo; sin embargo, si un objetivo es a largo plazo, es esencial que se divida en etapas intermedias u objetivos a corto plazo que sirvan de etapas a lo largo del camino.
La cuarta característica se refiere al origen del objetivo, que puede fijarse de forma independiente
o ser asignado por otros. Por último, es crucial que esté bien definido: una definición precisa
ayuda, de hecho, a evitar ambigüedades y malentendidos sobre la naturaleza y el significado
del propio objetivo.
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