Una vez pasado el verano siempre nos proponemos hacer mil y una actividades para desestresarnos del trabajo: acudir a una academia de inglés, probar qué tal se nos da la pintura o la cerámica, ir a clases de bordado y hasta retomar la actividad deportiva en el gimnasio. En el caso de que esta última podría ocurrir que todavía estuviese entre nuestras asignaturas pendientes y aún no viésemos el mejor momento para dar el paso. Van pasando los días y entre unas cosas y otras, lo vamos dejando de lado. Una disciplina como el jumping fitness podría ser una buena oportunidad para empezar, ya que invita a estar en movimiento y a animarse a practicarla. Las usuarias o usuarios tendrán que subirse a un trampolín compacto con forma hexagonal que puede tener instalado un manillar o una asa en su parte delantera y desde esa posición seguir los pasos marcados por su entrenador o entrenadora, que los ejecutará con energía y al ritmo de la música que está sonando en ese momento. A veces entre salto y salto es posible que sea necesario agarrarse a la estructura. Es una actividad dinámica, divertida en la que interviene y se ejercita prácticamente todo el cuerpo, con ella se fortalecen los músculos, se practica la coordinación, se gana en salud cardiovascular y se queman calorías de una forma divertida, y además al estar entretenida y motivada se te pasará el tiempo volando.

A por todas

Por otra parte, gracias a esta técnica mejorarás la capacidad pulmonar, la resistencia y podrás desestresarte después de salir del trabajo. Tu cuerpo te lo agradecerá y descansarás mucho mejor por la noche. Al mismo tiempo te notarás mucho más ágil, y ya no digamos que te cambiará totalmente el humor porque en otras clases puede ocurrir que nos frustremos por no poder seguir las instrucciones del profesor o profesora y al final lo acabemos dejando. Pero aquí entre que es como si estuviésemos reproduciendo una coreografía mientras suena la música y que los pasos parecen, en un principio, sencillos de seguir se coge con otras ganas. Las clases suelen durar una hora. En esta práctica se combinan los saltos de diferentes alturas e intensidades, que pueden ser más rápidos o más lentos con los movimientos de brazos y piernas. El impacto es menor que si te pusieses a correr, por ejemplo, porque tu cuerpo no cae directamente sobre el suelo, sino que el trampolín se encarga de mitigar esa acción.

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