La Galería Ángels Barcelona sirve como escenario para acoger la muestra `Jardins de pols´, la cual se podrá visitar de forma gratuita hasta el 11 de noviembre. Joan Fontcuberta es el fotógrafo que está detrás de este conjunto de imágenes con el que se pretende hacer reflexionar al visitante acerca de la delgada línea que existe entre aquello que es real y lo que no lo es. La inteligencia artificial ha sabido hacerse un hueco en nuestras vidas y no parece que se vaya a quedar ahí estancada. Es una tecnología que se encarga de imitar el comportamiento humano a través de una máquina para poder ejecutar determinadas tareas, ya sea para mantener una conversación con un usuario, para resolver dudas acerca de un producto, redactar un artículo basándonos en un tema expuesto o crear imágenes a partir de una descripción textual. Con relación a esto, el artista propone dos tipos de imágenes, unas "deterioradas por el paso del tiempo y la mala conservación que proceden de los archivos nacionales italianos", según se explica en la página web barcelona.cat. Estas instantáneas fueron tomadas entre "1902 y 1904" y se corresponden con "paisajes alpinos", cuyos "positivos han quedado afectados por hongos y microorganismos", añaden. Y, por otra parte, están las que proceden de "microscopio electrónico" y que tratan de recrear lo que provoca esa "destrucción".

Como bien expone Fontcuberta en el vídeo, a través de este proyecto lo que se consigue es realizar un recorrido entre el pasado y el presente más actual a través de un tránsito fotográfico de unas fotografías tal y como las hemos conocido hasta ahora, fotografías que son objetos, por lo tanto, pesan, se tocan y ocupan un espacio… hacia otro tipo de imágenes de apariencia fotográfica, ya completamente desmaterializada y que requieren otro tipo de polvo. No es el polvo material que va consumiendo la imagen y la memoria, sino el polvillo de ese enorme contingente de imágenes que constituye el nutriente de la inteligencia artificial para crear imágenes casi de apariencia fotográfica".

Y atendiendo a esto mismo nos plantea dos nuevos mundos, uno palpable y deteriorado por el paso del tiempo retratado por la fotografía que sale de la cámara física, y el actual, a punto de despuntar con su inmediatez, en el que la tecnología inteligente se apodera de la cámara para poder imitar su funcionamiento, pero que tampoco puede llegar a desaparecer con el paso del tiempo, puesto que los archivos fotográficos, aunque sean almacenados en un soporte o en la nube, el espacio del que disponen no es infinito y por mucho que se borren siempre queda algún resto en forma de polvo.

FOTO PRINCIPAL.: Imagen extraída de la página web de la Galería Ángels Barcelona.