El componente fundamental del pan es el almidón, polisacárido de glucosa. Cuando no aportamos glucosa al organismo, éste utiliza las proteínas como fuente de energía. Estas dejan de estar disponibles para la formación de estructuras corporales y empiezan los problemas. Los especialistas recomiendan 5-6 raciones diarias de hidratos de carbono en forma de pan, cereales, arroz, pasta, patatas, integrales o no.

El pan es un alimento imprescindible que, además, está buenísimo. El aporte calórico por cada 100 gramos sería de 200 calorías para el integral y 238 el blanco. Es nutricionalmente completo, su precio es bajo, existen numerosas variedades en las que se combinan las ventajas de los diferentes cereales usados en su fabricación (trigo, centeno, maíz, etc.), proporciona energía de fácil utilización tanto a nivel cerebral como muscular (importante en la alimentación de niños y adolescentes), la proporción de grasa es muy baja (un 1%), el contenido en fibra es adecuado (sobre todo en el integral, fundamental para el buen funcionamiento del intestino), es saciante (lo que provoca la reducción de la sensación de hambre), aporta vitaminas del grupo B (imprescindibles para las uñas, el pelo, el sistema nervioso, el aparato circulatorio, etc.) y contiene minerales (calcio, fósforo, magnesio, etc., fundamentales para la formación de huesos y dientes, la elasticidad de los tejidos y el retraso del envejecimiento celular).

A estas ventajas se une el tener numerosas formas de presentación, por lo que los diferentes grupos de enfermos pueden aprovecharse de ello:

-Si el problema es la tensión alta, puedes consumir pan sin sal para no tener que renunciar a él.

-Si eres celíaco, puedes optar por panes especiales sin gluten.

-Si sigues una dieta de adelgazamiento, encontrarás lo que tu dietista te recomiende en la cantidad indicada para el menú diario. Se calcula un consumo medio de 100 gr. diarios de pan para mantener una dieta equilibrada.

-Si tienes problemas de estreñimiento, elige pan integral para regular el tránsito intestinal.

Rellénalo como quieras, porque combina con todo. Se recomienda no abusar de elementos con un elevado aporte calórico para que no te “engorde”. Puedes preparar infinidad de bocadillos diferentes y complementar tu dieta. Te proponemos:

-Jamón serrano y tomate, pues aportan proteínas, vitaminas y minerales.

-Pavo y lechuga, resulta una mezcla muy relajante.

-Queso y anchoas, con calcio y ácidos omega 3 y 6.

-Sardinas y espárragos, minerales, vitaminas y ácidos omega 3 y 6.

-Crema de chocolate, minerales y energía.

-Embutidos (en cualquiera de sus variedades) solos o combinados con vegetales, aportan proteínas y minerales.

-Tortilla (francesa, de patata, etc.), con muchas proteínas y minerales.

-Plátano y chocolate, minerales y energía.

Si tu objetivo es perder peso, lo recomendable es hacer más ejercicio, reducir la ingesta calórica y comer pequeñas raciones. Reduce el tamaño del bocadillo, rellénalo con alimentos menos calóricos y disfruta sin sentirte culpable de cada bocado. Al acabar, haz ejercicio aprovechando la energía que te aporta.