Estar sola no es estar mal Vivimos rodeadas de estímulos, notificaciones, reuniones, familia, trabajo. Siempre conectadas. Y cuando hay un rato de silencio o un plan sin compañía, a veces aparece la culpa o la incomodidad. ¿Te ha pasado? Como si estar sola fuera sinónimo de no tener vida. Pero no. ...
Vivimos rodeadas de estímulos, notificaciones, reuniones, familia, trabajo. Siempre conectadas. Y cuando hay un rato de silencio o un plan sin compañía, a veces aparece la culpa o la incomodidad. ¿Te ha pasado? Como si estar sola fuera sinónimo de no tener vida. Pero no. Estar sola también es tener vida. Y, de hecho, muchas veces, es cuando más conectadas estamos con nosotras mismas.
Porque cuando estás sola, eliges. Qué comes, qué ves, cuándo duermes, si te arreglas o si te quedas en pijama bonito todo el día. No hay negociaciones. Solo tú, tus ritmos y tus ganas.
Aquí van algunos planes que puedes hacer sola y que te reconcilian con ese "estar contigo" desde el cariño:
¿Y si conviertes tu rutina en un pequeño ritual? No necesitas nada complicado ni caro:
El truco no está en hacer grandes planes, sino en darte presencia. En escucharte de verdad. En tratarte con la misma ternura que ofrecerías a una amiga que quieres mucho.
Ojo, porque disfrutar de estar sola no significa tener que estar siempre sola. Si en algún momento sientes que esa soledad se convierte en tristeza, aislamiento o ganas de compañía, escúchalo. Pedir ayuda, hacer una llamada, compartir cómo te sientes… también es autocuidado. También es fortaleza.
Estar bien sola y saber pedir compañía no son cosas opuestas. Son señales de que te conoces y sabes qué necesitas.
Aprender a estar sola sin sentirse sola es una forma preciosa de quererse. No se trata de estar sola porque no hay más remedio, sino de elegirlo como un espacio donde puedes respirar, decidir y reconectar. Porque sí, tú también eres buena compañía. Y no lo olvides: cuando aprendes a disfrutar de ti, la soledad deja de ser una ausencia y se convierte en un hogar.