7 de cada 10 españolas sufren pérdidas de orina por un suelo pélvico debilitado

Marta Burgués

El suelo pélvico es un grupo de músculos y otros tejidos que forman una especie de cabestrillo o hamaca a través de la pelvis. Según Medline Plus, en la mujer, mantiene el útero, la vejiga, los intestinos y otros órganos pélvicos en su lugar para que puedan funcionar adecuadamente.

02/06/2025

Este grupo de músculos puede debilitarse con el paso del tiempo, tanto, que 7 de cada 10 españolas han sufrido o sufren pérdidas de orina como consecuencia de un suelo pélvico debilitado. Las causas de todo ello son variadas: el embarazo y el parto, la obesidad, tratamientos con radiación, cirugía ...

Este grupo de músculos puede debilitarse con el paso del tiempo, tanto, que 7 de cada 10 españolas han sufrido o sufren pérdidas de orina como consecuencia de un suelo pélvico debilitado. Las causas de todo ello son variadas: el embarazo y el parto, la obesidad, tratamientos con radiación, cirugía y envejecimiento.

Según María Pérez, fisioterapeuta experta en suelo pélvico y creadora de La Pelvis Revolution, colaboradora de Intimina, nombra que los problemas de suelo pélvico pueden incidir en la  salud emocional de las mujeres. "La mayoría de las mujeres que llegan a mis programas no vienen solo por "un escape" o "una sensación de bola o tampón mal puesto en la vagina", sino por lo que eso les impide correr detrás de sus hijos, bailar, tener relaciones con tranquilidad, o simplemente estar relajadas en su día a día".

Y ese malestar puede afectar en todo: en la autoestima, en la intimidad, en cómo se perciben. Muchas sienten vergüenza, culpa, rabia… "Y no es que "estén exagerando", es que nadie les había contado antes que eso tenía solución", responde.

El deporte y el suelo pélvico

Ciertos deportes de impacto como el CrossFit o el running pueden afectan al suelo pélvico. Al menos se tiene esa creencia, puesto que la experta cree que depende, porque no es que este tipo de deportes sean peligrosos en sí mismos, "sino que requieren una buena base y preparación para incluir al suelo pélvico".

Cuando hay una mala gestión de la presión abdominal los impactos repetidos, los saltos o los levantamientos de peso pueden revelar una falta de preparación y de adaptación del suelo pélvico a estas actividades.

Entre los ejercicios que más pueden afectar están:

  • Saltos repetidos (como el jumping jack o el salto a la comba).
  • Cargas pesadas mal gestionadas, especialmente en levantamientos explosivos.
  • Movimientos que implican un esfuerzo máximo con alta fatiga, como rutinas por tiempo o carreras a alta intensidad.

Según María Pérez, la clave no es el ejercicio en sí, sino cómo se hace y en qué momento del proceso está cada mujer. "Con una buena progresión y trabajo de preparación previa, muchas pueden seguir practicando estos deportes de forma segura".

La relación entre la alimentación y la salud del suelo pélvico

La experta menciona que hay relación. La alimentación influye en muchos procesos del cuerpo, y el suelo pélvico no es una excepción. "Todo lo que afecte al sistema digestivo, a la inflamación o al equilibrio hormonal puede repercutir directamente en la zona pélvica".

María Pérez establecen como ejemplos, problemas como el estreñimiento crónico, que pueden generar más presión sobre el periné, y una dieta poco equilibrada puede favorecer la retención de líquidos o la inflamación abdominal. "Además, ciertos alimentos pueden influir en el estado de los tejidos y en la forma en que gestionamos el estrés".

La experta también comenta todo ello desde una visión persona, de su proceso con la endometriosis. "Uno de los cambios que más impacto tuvo en mi calidad de vida fue, sin duda, la alimentación. Mejoró mi energía, mis digestiones, el dolor y, por supuesto, la forma en que mi cuerpo, incluido el suelo pélvico, respondía al movimiento, al descanso y al estrés".

Al final, cuidar lo que comemos no es solo cuestión de salud general, sino también de bienestar pélvico.

Suelo pélvico, estrés y bruxismo

No cuidar del suelo pélvico puede tener más consecuencias. El cuerpo es un todo: lo que sentimos a nivel emocional acaba reflejándose físicamente, y viceversa.

"Cuando estamos bajo estrés, tensión o ansiedad, solemos apretar inconscientemente: los hombros suben, la mandíbula se tensa, el abdomen se contrae y el suelo pélvico no es una excepción", comenta.

Muchas veces, refleja María Pérez, el problema no está en que falte fuerza, sino en que nos quedamos en un estado de defensa y tensión. "Es como si el cuerpo estuviera en modo alerta, preparado para reaccionar, pero sin llegar a relajarse del todo". 

En estos casos, el tratamiento no pasa solo por fortalecer, sino por enseñar a relajar y soltar. Aprender a notar cuándo estamos acumulando tensión y permitir al cuerpo volver a su estado de equilibrio.

Herramientas que faciliten la relajación o el autocuidado pueden marcar la diferencia, ya que nos permiten reconectar con el cuerpo de manera consciente y calmada, en lugar de forzar o exigir.

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