Lo que empieza como un intento de cuidar nuestra autoestima puede transformarse, sin darnos cuenta, en una nueva forma de autoexigencia. ¿Y si en vez de añadir más presión, aprendemos a querernos con más compasión? Mejorar la autoestima no debería sentirse como otra tarea más que cumplir. Debería ser un ...
Lo que empieza como un intento de cuidar nuestra autoestima puede transformarse, sin darnos cuenta, en una nueva forma de autoexigencia. ¿Y si en vez de añadir más presión, aprendemos a querernos con más compasión? Mejorar la autoestima no debería sentirse como otra tarea más que cumplir. Debería ser un proceso amable, que nos reconecte con quienes somos, y no una carrera hacia una versión idealizada de nosotras mismas.
¿Autoestima o autoexigencia?
La línea entre ambas es fina. Muchas veces, creemos que mejorar la autoestima es "ser más productiva", "sentirse siempre bien" o "tener una rutina impecable". Pero la autoestima real no tiene que ver con logros, ni con perfección. Se basa en cómo nos tratamos incluso cuando no todo va bien.
La autoexigencia, en cambio, parte de la idea de que solo seremos valiosas si alcanzamos ciertos estándares: estar en forma, tener éxito, ser organizadas, resolverlo todo, estar de buen humor... ¿Te suena? El problema es que esa exigencia disfrazada de crecimiento nos agota y nos desconecta. La verdadera autoestima no se construye desde la crítica, sino desde la aceptación y el respeto por nosotras mismas, con todas nuestras luces y nuestras sombras.
Señales de una autoestima basada en la presión
A veces, creemos que estamos trabajando en nosotras. Pero, en realidad, estamos solo exigiéndonos más. Aquí algunas señales de alerta:
- Te frustras cuando no cumples tu rutina de autocuidado "perfecta".
- Te sientes culpable por descansar o no ser "productiva".
- Comparas constantemente tu progreso con el de otras mujeres.
- Te hablas con dureza cuando fallas o no llegas a todo.
- Sientes que "no eres suficiente", incluso cuando haces mucho.
5 claves para mejorar tu autoestima sin autoexigencia
Si te identificas con lo que hemos comentado en el párrafo anterior, tranquila: es más común de lo que parece. La buena noticia es que se puede salir de ese círculo y construir una relación contigo mucho más amorosa.
1. Cambia el foco: de "mejorar" a "cuidarte"
En vez de pensar "cómo puedo ser mejor", pregúntate: ¿cómo puedo cuidarme mejor hoy? A veces, eso significa avanzar. Otras, parar. El cuidado es flexible, no rígido.
2. Acepta tu imperfección como parte de ti
No necesitas ser perfecta. La autoestima real incluye la capacidad de reconocer tus errores, tus días bajos o tus límites sin que eso te reste amor propio.
3. Sé amable con tu diálogo interno
Escucha cómo te hablas. ¿Te tratarías así si fueras tu mejor amiga? La voz interior compasiva no es conformista: es fuerte, pero amorosa. Te anima, no te castiga.
4. Celebra tus avances emocionales, no solo los visibles
No todo se mide en productividad o metas externas. Valora los momentos en los que lograste ponerte un límite, elegirte, pedir ayuda, o simplemente ser honesta contigo.
5. Rodéate de mensajes y personas que no te presionen
Las redes sociales, ciertas amistades o incluso frases motivacionales pueden alimentar tu autoexigencia disfrazada. Busca espacios que fomenten la autenticidad, no la perfección constante.
Tu autoestima no es una meta que se alcanza y ya. Es como una relación: cambia, se construye, se cuida. Algunos días te sentirás más fuerte, otros más vulnerable, y eso también está bien.
La clave está en no convertir el amor propio en una obligación más, sino en una práctica diaria de reconexión contigo misma. A veces será una decisión firme. Otras, un susurro que te recuerde: "estás bien así como estás". La verdadera autoestima no se demuestra cuando todo va bien, sino cuando te sigues tratando con cariño incluso en tus momentos más humanos. No necesitas más presión, necesitas más amor, más pausa, más honestidad contigo.
Quererte no es una meta es un camino. ¡Y ya estás en él!