En esvivir.com queremos hablar contigo de algo muy simple, pero que muchas veces olvidamos: el silencio. Ese espacio sin ruido, sin distracciones, sin exigencias. Porque el silencio no es vacío. Es descanso, claridad, presencia. Es una forma de escucharte. Y sí, también es una forma de cuidarte. Silencio: ese lujo que ...
En esvivir.com queremos hablar contigo de algo muy simple, pero que muchas veces olvidamos: el silencio. Ese espacio sin ruido, sin distracciones, sin exigencias. Porque el silencio no es vacío. Es descanso, claridad, presencia. Es una forma de escucharte. Y sí, también es una forma de cuidarte.
Nos han enseñado que estar ocupadas es sinónimo de ser útiles. Que cuanto más haces, más vales. Por eso cuesta tanto sentarse cinco minutos sin hacer nada sin sentir que estás "perdiendo el tiempo". Pero no estás perdiendo nada. Estás recuperando. Recuperando tu energía, tu enfoque, tu paz.
Lo que pasa es que nos incomoda parar. Nos incomoda el silencio. Al principio parece raro, incluso incómodo. Pero si te quedas un poco más, empiezas a notar otra cosa: se relaja el cuerpo, bajan las revoluciones, vuelven las ideas. Porque en el silencio también suceden cosas. Se ordena lo que antes parecía un lío. Aparecen respuestas. Te conectas contigo.
Y no hace falta irte al campo ni hacer una hora de meditación para lograrlo. Puedes empezar por algo tan sencillo como:
Son pausas pequeñas. Pero hacen una gran diferencia.
Porque en esos momentos, sin ruido alrededor, es cuando de verdad te escuchas. Y cuando te escuchas, tomas mejores decisiones. Tienes más claridad. Más energía real. Más conexión contigo.
A muchas nos pasa que, al parar, nos sentimos "menos productivas". Como si estar quietas fuera una pérdida de tiempo. Pero piensa esto: ¿cómo puedes dar lo mejor de ti si nunca paras a recargarte?
Cuidarte también es parte del hacer. Y darte silencio es un regalo que tu cuerpo y tu mente te van a agradecer. No es que no estés haciendo nada: estás regenerando. Estás sosteniéndote. Estás creando espacio para que lo nuevo llegue con calma, no con agotamiento.
Y, por cierto, el silencio no tiene por qué ser serio ni solemne. Puede ser dulce. Puede ser ese rato en el coche sin música, ese momento antes de dormir con una luz suave y respirando lento. Puede ser esa pausa con una taza caliente entre las manos, sin prisa. Son gestos pequeños, sí, pero profundamente poderosos.
Estar en silencio también es avanzar
En un mundo que nunca para, atreverse a frenar es una decisión valiente. Porque el silencio no es tiempo perdido: es el lugar donde te encuentras contigo misma. Así que no te sientas culpable por crear momentos de calma en tu día. Al contrario: celébralos. Porque cuando dejas de correr todo el rato, empiezas a caminar con más dirección. Y eso, amiga, es avanzar de verdad.