Carmen Reija
De manera general, serían adecuados para todos los consumidores, aunque no debemos olvidar que son microorganismos vivos que introducimos en nuestro cuerpo, por lo que deben haber seguido unos controles sanitarios adecuados y no consumir cualquier producto que nos ofrezcan. Los expertos recomiendan un consumo racional y no obsesionarse con ellos.
Según la OMS se describen como “microorganismos vivos que cuando son administrados en cantidad adecuada confieren un efecto beneficioso para la salud del huésped”. También señalan que no todos son válidos, pues tienen que sobrevivir en el medio ácido típico del estómago y colonizar el intestino delgado y grueso. Se ...
Según la OMS se describen como “microorganismos vivos que cuando son administrados en cantidad adecuada confieren un efecto beneficioso para la salud del huésped”. También señalan que no todos son válidos, pues tienen que sobrevivir en el medio ácido típico del estómago y colonizar el intestino delgado y grueso. Se les atribuyen propiedades de interés sanitario entre las que destacan las siguientes:
-Influyen beneficiosamente en una o varias funciones del organismo.
-Proporcionan salud y bienestar y/o reducen el riesgo de enfermedad.
-Son activos en la población en general y en algunos grupos especiales (ciertas patologías, ancianos, etc.)
Pueden presentarse solos o asociados a otros, siendo frecuente encontrarlos unidos a prebióticos, que se utilizan en alimentos como galletas, cereales, chocolate, lácteos, etc., siendo los más conocidos la oligofructosa y la inulina. Los productos que contienen pre y probióticos se denominan simbiontes y como ejemplo tenemos la combinación de oligofructosa y bifidobacterias.
Han sido sometidos a una serie de controles clínicos y deben cumplir los parámetros determinados por los organismos sanitarios competentes, por lo que su llegada al mercado depende de que cumplan esos parámetros. Los requerimientos son muy claros y, entre otros, se incluyen que no pueden causar infecciones de órganos o sistemas, deben ser tolerados por el sistema inmunitario y llegar vivos al intestino, por lo que tienen que ser capaces de resistir la acción de los ácidos gástricos y de las sales biliares.
Se conocen muchos diferentes. Los más utilizados pertenecen a Lactobacilos y Bifidobacterias, aunque también se usan Saccharomyces cerevisiae y algunas especies de Bacillus.
Los científicos continúan los estudios y aún no hay conclusiones concretas. Se sabe que, en los alimentos, la cantidad de microorganismos no es lo bastante elevada para ejercer un efecto a muy corto plazo, por lo que se deben considerar buenos para la nutrición y prevención, pero no para la curación.
En la actualidad se utilizan en diferentes maneras, como:
-Alimentos que los incluyen (yogur) aunque la cantidad no sea muy alta, en forma de concentrado de cultivos agregados a un alimento.
-Suplementos alimenticios, nutracéuticos o probióticos encapsulados, con efecto preventivo, pero no curativo. Son suplementos dietéticos (polvos, cápsulas o comprimidos) disponibles en una amplia gama de dosis.
Siguen estudiándose sus efectos para conocer sus ventajas e inconvenientes. Las más estudiadas son Lactobacilos y Bífidobacterias y se suele recomendar su uso en diarreas asociadas a rotavirus y uso de antibióticos, intolerancia a la lactosa, etc. Se investiga su eficacia en nuevas áreas como la reducción de síntomas alérgicos, coadyuvantes en el tratamiento por Helicobacter pylori, etc. Es imprescindible realizar estudios exhaustivos para demostrar sin ninguna duda la eficacia, mecanismo de acción, dosis, etc. y no dejarse llevar por la publicidad. Consulta cualquier duda con tu médico o farmacéutico.
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