Con las temperaturas en ascenso no hay sombra ni ventilación o agua fresca que llegue para combatir los rayos solares mientras se camina por la ciudad. Como no siempre es posible hacer una escapada a la playa, la piscina o al río, y, menos entre semana, cuando no estamos de ...
Con las temperaturas en ascenso no hay sombra ni ventilación o agua fresca que llegue para combatir los rayos solares mientras se camina por la ciudad. Como no siempre es posible hacer una escapada a la playa, la piscina o al río, y, menos entre semana, cuando no estamos de vacaciones, por lo que hay que buscar otras alternativas un poco más cercanas y asequibles que nos hagan sobrellevar un poquito mejor el calor. Los ventiladores de mano y abanicos son una gran opción porque se pueden transportar cómodamente de un lugar a otro, ayudando a aliviar esa sensación de ahogo y sofoco. Gorras, gafas y sombreros contribuyen a proteger el impacto del sol sobre nuestra piel y zonas sensibles del cuerpo. Las botellas de agua térmicas son también ideales para refrescarse al igual que el café helado. Pero otra forma de aclimatar el cuerpo para contrarrestar los efectos de las altas temperaturas es hacer una parada técnica y tomarse algo fresquito de camino a casa, un café con hielo, un refrescante batido de frutas, un té helado, o acudir a una heladería de nuestra preferencia para saborear un helado de tarrina, uno de cucurucho, un polo, un helado de yogur con aderezos, o una copa helada.
Un alto en el camino
Glu no es una heladería al uso. Aquí el visitante es quien de viajar hasta el mismísimo Polo Norte para compartir escenario con los pingüinos, dejando atrás las altas temperaturas y el calor sofocante, para refrescarse antes de continuar con lo que estaba haciendo en el exterior. Su decoración se inspira en un iglú, sus paredes se revisten de "bloques de hielo" y del techo cuelgan un conjunto de afiladas y puntiagudas estalactitas, que parecen tan reales como las originales. La temperatura en este lugar también es agradable y anima a tomarse un helado bien fresquito, con o sin cucurucho. Aquí el barquillo se sustituye por un bizcocho y, como no podía ser menos, tiene forma de pingüino y es tan entrañable su diseño que hasta da pena comérselo. Además, ofrecen la versión en tarrina, pudiendo escoger entre un tamaño pequeño o grande y entre el formato tradicional (la bola de helado de toda la vida) o soft, aquel que se obtiene a través de una máquina de palanca y que permite que el helado sea más suave y ligero, y que adquiera su característica forma de espiral. En el caso de elegir el cucurucho ofrecen tres opciones: nata azul, una combinación de nata azul y chocolate, o solo chocolate.
Está situada en la calle de Manuela Malasaña, 27, en Madrid, y en ella se pueden encontrar bolas de helado de diversos sabores: avellana Rocher, té matcha, tiramisú, leche de oveja, turrón de Jijona, lotus, vainilla, entre otras variedades. Incluso cuentan con helados sin lactosa y sin gluten para adaptarse a un mayor número de personas. Además de esta oferta refrescante, cuentan en su carta con cheesecakes, tequeños y churros.
FOTO PRINCIPAL.: Foto de Meina Yin en Unsplash.