Cuando el cansancio no es físico… sino vital No estás haciendo nada mal. No es falta de fuerza de voluntad, ni desorganización, ni debilidad. Lo que te pasa es que estás forzando un ritmo que no se parece al tuyo. Y eso agota. No solo al cuerpo, también a la mente ...
No estás haciendo nada mal. No es falta de fuerza de voluntad, ni desorganización, ni debilidad. Lo que te pasa es que estás forzando un ritmo que no se parece al tuyo. Y eso agota. No solo al cuerpo, también a la mente y al alma.
Señales de que necesitas cambiar de ritmo:
En estos casos, no basta con dormir más o reducir compromisos. Hace falta algo más profundo: mirar de frente cómo estás viviendo.
Vivimos en una sociedad que valora lo rápido, lo productivo, lo eficiente. Pero el cuerpo tiene otros ritmos. Lo mismo la creatividad, el deseo o el descanso real. Cuando obligamos a todo eso a encajar en horarios ajenos, empiezan los síntomas. Por eso, cambiar de ritmo no es dejar de hacer cosas. Es hacerlas de otra manera.
Pequeños cambios que pueden ayudarte:
Y si puedes ir más allá, tal vez sea el momento de revisar tu rutina familiar, tus horarios de trabajo o los compromisos sociales que sostienes por obligación.
Muchas veces, llenamos los días para no sentir. Hacemos, hacemos, hacemos… sin parar. Pero ese ritmo solo tapa lo que no queremos mirar. La hiperactividad disfrazada de eficiencia no siempre es productividad: muchas veces es una forma de evasión.
Pregúntate con honestidad:
Quizá no puedas cambiar toda tu vida de golpe. Pero un pequeño giro ya es un gran comienzo.
A veces, lo que necesitas no es parar. Es bajar el ruido. Respirar entre una frase y otra. Soltar la obligación de estar siempre disponible. Permitirte estar cansada sin sentirte culpable. Volver a ti. No desde el deber, sino desde el deseo.
Y sí, puede que el ritmo que elijas no se parezca al de los demás. Eso no lo invalida. Lo hace más tuyo.
Tu cuerpo sabe. Tu mente sabe. Pero para que puedan hablarte, necesitas hacer silencio. No siempre se trata de parar en seco. A veces basta con girar un poco el volante. Y empezar a habitar tus días con más intención, menos prisa y más sentido.