Lo cierto es que lo que cenamos influye directamente en la calidad del sueño. Apostar por platos ligeros, nutritivos y reconfortantes es una de las claves para dormir mejor y levantarse con más energía. La importancia de elegir bien los ingredientes Una cena ligera no significa quedarte con hambre, sino escoger alimentos ...
Lo cierto es que lo que cenamos influye directamente en la calidad del sueño. Apostar por platos ligeros, nutritivos y reconfortantes es una de las claves para dormir mejor y levantarse con más energía.
Una cena ligera no significa quedarte con hambre, sino escoger alimentos que sacien y al mismo tiempo no dificulten la digestión. Las verduras, los cereales integrales y las proteínas magras son grandes aliados. Por ejemplo, una crema de calabacín con un poco de queso fresco o una ensalada de garbanzos con aguacate son platos fáciles, nutritivos y nada pesados.
Conviene evitar fritos, embutidos grasos o salsas muy elaboradas, ya que retrasan el sueño y pueden provocar malestar durante la noche. En cambio, optar por alimentos ricos en triptófano -como el huevo, el pescado blanco o el plátano- favorece la producción de serotonina y melatonina, hormonas relacionadas con el descanso.
La falta de tiempo suele ser la excusa para acabar improvisando cenas poco saludables. Sin embargo, con ideas sencillas puedes cenar ligero sin complicarte:
Estas propuestas se adaptan a cualquier despensa y no requieren más de 15 minutos de preparación.
Además de lo que comes, lo que bebes también influye. Una infusión de manzanilla, tila o lavanda es perfecta para completar la cena y preparar el cuerpo para el descanso. Evita, en cambio, el café, los refrescos o el té negro en las horas previas a dormir, ya que su efecto estimulante puede alterar tu sueño.
Otro consejo: cenar siempre a la misma hora y al menos dos horas antes de acostarte. Este hábito ayuda a que el cuerpo anticipe la digestión y llegue más relajado a la cama.
Pensar la cena como un momento de autocuidado cambia la forma de relacionarnos con ella. No es solo "algo rápido para salir del paso", sino una oportunidad para mimarnos. Preparar un plato sencillo, encender una luz más cálida y sentarse a comer despacio también forma parte de esa experiencia que, al final, mejora la calidad de tu sueño.
No se trata de sofisticación, sino de conciencia: de dar valor a esos minutos finales del día que marcan cómo lo terminas y cómo lo empiezas al día siguiente.
Apostar por cenas ligeras y reconfortantes es una forma sencilla de cuidar tu descanso. Elige ingredientes fáciles de digerir, evita comidas pesadas, apóyate en infusiones relajantes y respeta tiempos antes de ir a la cama. Dormir mejor no siempre depende de un colchón nuevo o de técnicas complejas: muchas veces empieza en el plato de la cena. Y cuando descansas bien, tu cuerpo y tu mente lo agradecen.