El uso prolongado de pantallas y dispositivos electrónicos se ha convertido en un factor cada vez más reconocido en la aparición o empeoramiento de distintos tipos de cefalea, especialmente la cefalea tensional y la migraña. Durante la última década, el tiempo diario frente a dispositivos electrónicos ha aumentado de forma ...
El uso prolongado de pantallas y dispositivos electrónicos se ha convertido en un factor cada vez más reconocido en la aparición o empeoramiento de distintos tipos de cefalea, especialmente la cefalea tensional y la migraña. Durante la última década, el tiempo diario frente a dispositivos electrónicos ha aumentado de forma significativa, con efectos directos sobre la salud visual, postural y neurológica.
La exposición continua a pantallas implica un esfuerzo visual sostenido, con reducción del parpadeo, sequedad ocular y tensión de los músculos perioculares. Además, la postura mantenida del cuello y hombros favorece la contracción muscular y la isquemia local, lo que puede inducir dolor de tipo tensional.
Por otro lado, la luz azul emitida por los dispositivos altera los ritmos circadianos, reduce la calidad del sueño y puede aumentar la excitabilidad cortical, contribuyendo a la aparición de crisis migrañosas en personas predispuestas.
Lucía Vidorreta Ballesteros, especialista en neurología y Coordinadora de la Unidad de Migrañas del Hospital Quirónsalud San José, afirma que las estrategias más eficaces son sencillas, pero requieren constancia.
"En todo caso, cuando el dolor de cabeza se vuelve frecuente o incapacitante, es recomendable una valoración neurológica para descartar causas secundarias y diseñar un plan de manejo individualizado", señala la experta.
El dolor de cabeza asociado al uso excesivo de pantallas no es inevitable, de forma que identificar los factores desencadenantes y adoptar hábitos preventivos puede reducir significativamente su impacto en la calidad de vida.