La Organización Mundial de la Salud (OMS) declara que "el dolor crónico es una enfermedad y su tratamiento, un derecho humano". Según el Barómetro del dolor crónico en España 2022, este dolor afecta a una de cada cuatro personas adultas en España, un 25,9% de la población -lo que supone ...
La Organización Mundial de la Salud (OMS) declara que "el dolor crónico es una enfermedad y su tratamiento, un derecho humano". Según el Barómetro del dolor crónico en España 2022, este dolor afecta a una de cada cuatro personas adultas en España, un 25,9% de la población -lo que supone más de 9 millones de personas. El doctor en fisioterapia Pablo de la Serna relaciona algunas de las causas del dolor muscular y articular, y qué impacto tiene en los ámbitos emocional y social. Así mismo, propone algunos consejos para su prevención y tratamiento.
De la Serna explica que "algunas de las causas más comunes del dolor muscular y articular son la sobrecarga o tensión muscular por actividad física intensa o repetitiva, las lesiones deportivas o traumatismos, la degeneración de las articulaciones -por ejemplo, artrosis- o las enfermedades inflamatorias crónicas, como la artritis reumatoide". Pero también señala otras causas menos obvias, pero igualmente importantes para la aparición del dolor: "el estrés y la ansiedad, que generan tensión muscular, o un estilo de vida sedentario, que puede provocar una debilidad muscular progresiva".
El doctor en fisioterapia afirma que, cuando el dolor es persistente, no solo afecta al cuerpo, "sino también al bienestar mental y a las relaciones personales".
Así pues, el dolor físico tiene consecuencias que pueden ir desde "una fatiga constante que dificulta las actividades diarias y laborales" a "una disminución de la autoestima, en casos en los que el paciente siente que ya no puede rendir como antes o que depende de otras personas", afirma De la Serna.
El malestar físico también puede provocar "alteración del sueño y aislamiento social, ya que muchas personas reducen sus actividades y su vida social por miedo al dolor o por limitaciones físicas". Y todo ello, explica el experto, "puede llegar a derivar en ansiedad, bajo estado de ánimo e incluso depresión, provocadas por la frustración, la impotencia o la pérdida de autonomía".
Pablo de la Serna lo tiene claro: "la adopción de hábitos saludables es la mejor apuesta para reducir el riesgo de dolor y mejorar la calidad de vida". Para ello, recomienda practicar ejercicio físico regular y moderado -como caminar, nadar o realizar estiramientos-, evitar el sedentarismo y mantener una buena higiene postural en todas las actividades diarias.
Además, "es ideal seguir una alimentación equilibrada, rica en nutrientes (omega-3, vitamina D, calcio), y dormir bien y mantener una rutina de descanso para favorecer la reparación y la recuperación muscular". Finalmente, el experto recomienda "intentar gestionar el estrés, ya sea mediante técnicas de relajación como la meditación, la respiración consciente o el yoga, o bien realizando actividades sociales y relacionales que permitan desconectar de las obligaciones que a veces llegan a abrumar", concluye.
De la Serna pone de relevancia que "cualquier tratamiento para paliar el dolor muscular y articular debe ser individualizado, específico para cada paciente, y debería incluir diversos enfoques". La medicina tradicional, "siempre bajo control y supervisión médica o por consejo farmacéutico, incluye gran variedad de fármacos analgésicos y antiinflamatorios, adecuados a cada grado y tipo de dolor". A ello se le puede sumar la fisioterapia personalizada y otras terapias complementarias, como masajes, terapia de frío o de calor, acupuntura o hidroterapia, entre otras.
La crioterapia o terapia de frío "está indicada para casos de inflamación aguda, golpes, esguinces, hinchazón o dolor repentino, ya que reduce la inflamación, adormece la zona y disminuye el flujo sanguíneo".
En cambio, la termoterapia o terapia de calor "mejora la elasticidad de los tejidos y es más adecuada para el dolor muscular crónico, contracturas, rigidez o molestias por tensión", apunta. "Siempre que no haya inflamación visible y después de las primeras 48 horas en caso de lesión, una buena opción es la aplicación de parches térmicos, ya que aumentan el flujo sanguíneo y alivian del dolor, a la vez que ayudan a la relajación de los músculos", explica.
Asimismo, "para mantener el tono muscular sin empeorar el dolor se puede practicar ejercicio adaptado a la condición de cada persona", explica el experto. Todo ello sin olvidar "buscar apoyo emocional si como consecuencia del dolor aparecen síntomas de ansiedad o depresión asociados", añade.