La terapia de luz roja, también conocida como fototerapia de luz roja o terapia con luz de bajo nivel, es una técnica no invasiva que utiliza luz roja de baja intensidad para activar procesos biológicos en las células del cuerpo. Esta luz roja activa las mitocondrias, que son las células ...
La terapia de luz roja, también conocida como fototerapia de luz roja o terapia con luz de bajo nivel, es una técnica no invasiva que utiliza luz roja de baja intensidad para activar procesos biológicos en las células del cuerpo. Esta luz roja activa las mitocondrias, que son las células que producen energía. Exponer la piel a luces LED que emiten longitudes de onda específicas, generalmente en el rango del rojo visible (alrededor de 630-660 nm) o del infrarrojo cercano, está de moda, pero ¿por qué?
A diferencia de las lámparas solares o los rayos UV, estas luces no broncean ni dañan la piel, ya que no emiten radiación ultravioleta. Su uso suele ser no invasivo y de baja intensidad, lo que la convierte en una opción atractiva para quienes buscan tratamientos suaves y sin recuperación posterior. Además, la luz roja mejora los descansos nocturnos y el ritmo circadiano, acelera la recuperación muscular y reduce el dolor después de ejercicios de resistencia y sirve como tratamiento dermatológico para la salud, el tono, la textura y la reducción de arrugas de la piel, entre otros beneficios.
El auge actual de esta terapia tiene raíces tanto científicas como mediáticas. La luz roja comenzó a investigarse hace décadas en ámbitos como la dermatología y la fisioterapia, principalmente por sus posibles efectos en la regeneración celular. Posteriormente, su uso se extendió al mundo del fitness, donde algunos deportistas la adoptaron como complemento para la recuperación muscular. Con la aparición de dispositivos domésticos compactos, fáciles de usar y ampliamente promocionados en redes sociales, la tendencia se disparó.
El atractivo de esta moda radica en varios factores: es visualmente interesante, relativamente accesible y encaja bien con la creciente búsqueda de rutinas de autocuidado. Además, ofrece una experiencia sensorial agradable, lo que favorece la adhesión y la convierte en un ritual relajante para muchos usuarios. Eso sí, como siempre hay que tener cuidado con las expectativas que, en ocasiones, juegan malas pasadas. Por eso, conviene aproximarse a ella con información equilibrada y, en caso de condiciones de salud específicas, consultar a un profesional.