Una cocina bien diseñada no es solo un lugar para cocinar: es el corazón de la casa, un espacio donde se trabaja, se conversa y se disfruta. Al planificarla, conviene equilibrar la estética, la ergonomía y la calidad de los materiales. Descubre cuáles son los aspectos esenciales que te ayudarán ...
Una cocina bien diseñada no es solo un lugar para cocinar: es el corazón de la casa, un espacio donde se trabaja, se conversa y se disfruta. Al planificarla, conviene equilibrar la estética, la ergonomía y la calidad de los materiales. Descubre cuáles son los aspectos esenciales que te ayudarán a conseguirlo.
La encimera es el auténtico centro de batalla de la cocina. Los materiales como el porcelánico sinterizado y el cuarzo ofrecen una excelente resistencia al calor, las manchas y los arañazos, mientras que la madera maciza aporta una calidez inigualable, aunque requiere mantenimiento regular y aceitado para conservar su belleza.
En frentes y paneles, los laminados antibacterianos o las lacas de poliéster combinan una buena relación calidadprecio y durabilidad. Para el suelo, apuesta por porcelánicos o vinílicos de alta resistencia, con juntas finas que aporten continuidad visual y faciliten la limpieza. En materia de color, piensa en capas que puedas cambiar con el tiempo. Comienza con una base neutra de blancos rotos, tonos piedra o grises cálidos que transmita equilibrio y serenidad y funcione como un lienzo versátil sobre el cual añadir acentos personales que reflejen tu estilo.
Si quieres añadir energía o carácter, incorpora un toque de color mediante un frente o módulo en rojo, mostaza o azul petróleo, o una barra con taburetes coloridos. Son recursos que puedes actualizar fácilmente con el tiempo y que renuevan el ambiente sin necesidad de reformar toda la cocina. Y si te atrae una estética más audaz, descubre la oferta de ixina, donde el color verde y el diseño se fusionan para expresar un estilo propio.
El clásico triángulo de trabajo, que conecta las áreas de cocción, fregadero y refrigeración, sigue siendo una buena referencia, pero hoy resulta más eficaz pensar en zonas funcionales: preparación, cocción, lavado y almacenaje.
En una cocina lineal, organiza el espacio de izquierda a derecha (si eres diestro) siguiendo este orden: almacenaje, preparación, cocción, lavado para evitar cruces innecesarios. En una cocina en L, destina el tramo más corto a la cocción y aprovecha el largo para la preparación y el almacenaje. Si cuentas con una isla, conviértela en el punto central de la preparación: incorpora tomas eléctricas y cajones profundos, y deja de 100 a 120 cm libres alrededor para asegurar una circulación cómoda.
Una iluminación bien planificada combina tres niveles: general, de trabajo y ambiental. Empieza con una luz general uniforme, mediante empotrables o carriles, y complétala con tiras LED bajo los muebles altos que iluminen la encimera sin generar sombras. Para añadir calidez y carácter, incorpora una lámpara puntual sobre la isla o la mesa.
En cuanto al almacenaje, aprovecha la altura y profundidad del espacio. Instala torres de despensa con extracción total, gavetas amplias para ollas y sartenes y organizadores internos para tapas, especias o utensilios. Los rinconeros con bandejas giratorias o extraíbles transforman los ángulos en zonas útiles y accesibles.
Una cocina excepcional se construye a partir de pequeñas decisiones bien pensadas: un orden funcional, materiales resistentes y una iluminación que realza cada momento. Al combinar estos pilares con toques de color y un almacenaje inteligente, el resultado es un espacio bonito, práctico y duradero.