Cuando las emociones se acumulan y no encuentran una vía de escape, la tensión emocional se convierte en tensión muscular. Se aprietan los dientes, los hombros se elevan, la mandíbula se contrae y la respiración se acorta. Así, el bruxismo puede alterar la postura corporal, provocar contracturas en el cuello o ...
Cuando las emociones se acumulan y no encuentran una vía de escape, la tensión emocional se convierte en tensión muscular. Se aprietan los dientes, los hombros se elevan, la mandíbula se contrae y la respiración se acorta.
Así, el bruxismo puede alterar la postura corporal, provocar contracturas en el cuello o en la espalda y generar un malestar generalizado en la musculatura facial, más allá de afectar a los dientes. Se trata de un círculo vicioso en el que el cuerpo y la mente permanecen en estado de alerta, sin un descanso real. De ahí la aparición de tics, rigidez o dolor persistente incluso en reposo.
Con el tiempo, este gesto inconsciente de apretar o rechinar los dientes puede tener consecuencias importantes, afectando gravemente la dentadura con el desgaste progresivo del esmalte, fracturas dentales y dolor crónico en la mandíbula. Esto se debe a que, "la sobrecarga constante puede afectar la articulación temporomandibular, causando chasquidos, bloqueos o, en los casos más graves, lesiones que requieren cirugía. También pueden modificar la mordida y dificultar la masticación, lo que impacta directamente en la funcionalidad y el confort al comer", advierten desde el Hospital CIMA Sanitas de Barcelona.
Consejos para aliviar y prevenir
Abordar el bruxismo implica liberar la tensión emocional que lo origina y aprender a relajar cuerpo y mente. Para ello, desde el equipo médico del Hospital CIMA Sanitas de Barcelona destacan una serie de recomendaciones para aplicar en épocas de mayor estrés:
· Usar una férula de descarga personalizada para proteger los dientes y reducir la presión en la mandíbula durante la noche.
· Relajar la musculatura mediante masajes en la zona de las mejillas con movimientos circulares suaves y realizar estiramientos lentos colocando la lengua en el paladar mientras se abre y cierra la boca.
· Gestionar el estrés a través de respiración consciente, meditación o actividad física regular.
· Cuidar la postura evitando pasar horas seguidas con el cuello adelantado o sin apoyo, ya que la posición corporal influye directamente en la mandíbula.
· No abusar del café, el chicle o el tabaco, y procurar no morderse las uñas ni apretar los labios para no inducir una expresión corporal de estrés.
· Consultar a un especialista en caso de dolor persistente o rigidez al despertarse.