Blanca Martínez-Albelda, psicóloga sanitaria especializada en TCA y trastornos de la personalidad del IEPP-metrodora, analiza que los estudios internacionales indican que los trastornos de la conducta alimentaria son claramente más frecuentes en mujeres que en hombres. "Un metaanálisis reciente sitúa la prevalencia de por vida en torno al 8-9 % ...
Blanca Martínez-Albelda, psicóloga sanitaria especializada en TCA y trastornos de la personalidad del IEPP-metrodora, analiza que los estudios internacionales indican que los trastornos de la conducta alimentaria son claramente más frecuentes en mujeres que en hombres. "Un metaanálisis reciente sitúa la prevalencia de por vida en torno al 8-9 % en mujeres y al 2 % en hombres, y un estudio de modelización en EE.UU. estima que, antes de los 40 años, aproximadamente 1 de cada 5 mujeres y 1 de cada 7 hombres habrá cumplido criterios de algún trastorno de la conducta alimentaria", en base al estudio Prevalence of eating disorders over the 2000-2018 period: A systematic literature review. The American Journal of Clinical Nutrition, 109(5), 1402-1413.).
En cuanto a la edad, la experta menciona que el periodo de máximo riesgo es la adolescencia y la juventud temprana: es cuando suelen aparecer por primera vez anorexia nerviosa, bulimia nerviosa y trastorno por atracón.
"Pero hoy sabemos que los TCA pueden darse en todas las etapas vitales, incluidos niños más pequeños y adultos de mediana edad, aunque ahí a veces pasan más desapercibidos o se confunden con "dietas" o "preocupación normal por la salud", expone. Tales trastornos siguen siendo más frecuentes en mujeres y suelen empezar en la adolescencia y primera juventud, "pero no son exclusivos de esas edades".
Un trastorno que sigue en alza
Al contrario de lo que se puede pensar, pues hay más información que hace años, los TCA no se han reducido. Martínez-Albelda destaca que los datos apuntan más bien a que no han bajado y que, en muchos países, han aumentado o se detectan más.
"Un metaanálisis que analiza estudios entre 2000 y 2018 muestra que la prevalencia puntual global de trastornos de la conducta alimentaria pasó de alrededor del 3,5 % a casi el 8 % en los trabajos más recientes. Mientras que otro estudio global con datos de 1990 a 2021 encuentra que la prevalencia, la incidencia y la carga de enfermedad por TCA han ido aumentando de forma sostenida, con especial impacto en regiones de ingresos altos", destaca.

A nivel más local, trabajos en atención primaria y registros de salud mental muestran incrementos claros en diagnósticos y hospitalizaciones por TCA, especialmente en chicas adolescentes en los últimos años, incluido el periodo de pandemia.
Las causas de que este trastorno no se reduzca es porque hay mejor detección y menos tabú, lo bueno es que "se habla más de salud mental y de TCA, hay más formación y más cribado, y esto hace que se diagnostiquen casos que antes quedaban ocultos".
Ahora bien, los factores de riesgo han aumentado: por un lado, la presión sobre la imagen corporal y el peso sigue muy presente. "El uso intensivo de redes sociales y la exposición constante a ideales de delgadez o cuerpos "perfectos" se han relacionado con más insatisfacción corporal y conductas de riesgo, sobre todo en jóvenes. Y la pandemia de la Covid-19, con aislamiento, cambios en rutinas y aumento de la ansiedad, también se ha asociado a un incremento de casos y de gravedad en jóvenes", según la psicóloga.
Por tanto, no existe evidencia de una "gran caída" de los TCA; más bien, "los datos sugieren que la carga global ha aumentado y que se están detectando más casos, especialmente en adolescentes y adultos jóvenes".
Tratamientos actuales para los TCA
El tratamiento de los trastornos de la conducta alimentaria se basa, sobre todo, en terapias psicológicas especializadas y en un abordaje multidisciplinar. Es decir, no es solo "ir al psicólogo": suelen trabajar en equipo psicología, psiquiatría, nutrición, medicina de familia y, en menores, también la familia.
Por tanto es algo multidisciplinar. La psicóloga establece que, en adultos, la terapia cognitivo-conductual específica para TCA (CBT-E) es uno de los tratamientos con más evidencia para bulimia nerviosa y trastorno por atracón, y también se usa en anorexia nerviosa.

Mientras que, en adolescentes, especialmente en anorexia nerviosa, "tiene mucho peso la terapia familiar basada en el modelo Maudsley o variantes de terapia familiar centrada en el trastorno, donde los padres se implican activamente en la recuperación del peso y en la creación de un entorno seguro de alimentación", según Blanca Martínez-Albelda.
Además hay otros enfoques psicológicos: la terapia interpersonal o tratamientos con componentes de regulación emocional y aceptación (p. ej., integrando elementos de DBT o ACT), sobre todo cuando hay mucha comorbilidad afectiva o de personalidad, aunque la evidencia más sólida sigue concentrada en CBT-E y en las terapias familiares específicas.
A esto se suma siempre el componente médico y nutricional: "monitorización de parámetros físicos (peso, analíticas, riesgo cardiovascular), pautas de realimentación segura y, a veces, psicofármacos para manejar comorbilidades como depresión, ansiedad u obsesiones", destaca. Las guías insisten en que la medicación no debe ser el único tratamiento para un TCA, sino un complemento a la terapia psicológica y al abordaje nutricional.
Para la experta, el nivel de intensidad se adapta a la gravedad. Es distinto para cada persona, "muchas pueden tratarse en régimen ambulatorio, pero cuando hay bajo peso severo, riesgo médico o mucha descompensación, se recurre a hospital de día o ingreso hospitalario especializado". Así, se busca intervenir lo antes posible y con equipos específicos de TCA, porque "sabemos que una intervención precoz mejora el pronóstico".
No hay una única terapia "mágica", "pero sí hay un conjunto de tratamientos psicológicos y médicos con evidencia sólida. Lo ideal es que la persona sea atendida por un equipo con experiencia específica en TCA, que adapte el enfoque a su edad, diagnóstico y contexto", destaca.