Celebrar un cumpleaños, independientemente del número de invitados, tiene siempre algo de ritual y, casi inevitablemente, una parte gastronómica. El lugar elegido es clave. El restaurante, bar y coctelería Rita Sibarita, en el madrileño barrio de Montecarmelo, se define como "un espacio multifuncional con una amplia oferta gastronómica basada en nuestra tradicional cocina mediterránea con diferentes tendencias y actuales técnicas culinarias". Y lo cumple. Siempre es un acierto. No es raro que quien ha comido en otro establecimiento acabe prolongando la sobremesa entre sus mesas.

En pareja, con amigos o en familia, lo mejor es dejarse llevar por su equipo. Saben recomendar según gustos y ajustar cantidades mientras se repasa la carta, estructurada en primeros bocados, unos envueltos en arroz de Sushi Maki, algo para compartir en el centro, algo fresquito, crudos, Rita marinera y de la tierra, además de una sección pensada para los más pequeños.

El ambiente es acogedor y permite conversar sin alzar la voz, incluso cuando la sala (donde predomina la calidez de la madera y se puede escoger entre mesas altas o estándar) está llena. Optamos por compartir todos los platos y acompañarlos con vino tinto de Rioja por copas.

El primer plato en llegar es el Mortero de Guacamole en Molcajete de Piedra con Toque Picante y Totopos Caseros. Lo machacan al momento, delante del cliente, convirtiendo el servicio en un pequeño espectáculo. Se elige el punto de picante y el resultado es generoso, con un agradable toque ácido que despierta el paladar. Los totopos, crujientes y caseros, acompañan un arranque que invita a compartir, a reír y a mancharse los dedos sin remordimientos. Se convierte en un imprescindible cada vez que se vuelve a Rita Sibarita.

Entre los bocados, el Soldadito de Pavía y el Carpaccio de Angus Madurado en Mollete de Pan Cristal con Salsa de Jalapeños Tatemados y Queso Payoyo desaparecen en cuestión de segundos. La presentación de este último no pasa desapercibida y deja claro que aquí se cuida tanto el fondo como la forma. El Katsu Sando de Toro de Atún destaca por su geometría: cuatro cubos casi perfectos, pan sin corteza, esponjoso, y una pieza central rosada y tierna. Crujiente por fuera, delicado por dentro.

Llegan después los uramaki de Pera Japonesa, Fresa y Langostinos. Su presentación es de las que piden foto inmediata, directas al Instagram de quienes quieren compartir (o provocar sana envidia) con lo que están disfrutando. Otro de esos platos que se convierten en un must para repetir.

La duda ha estado entre el Tallarín estilo Chop Suey con Vieira, Langostino y Chipirón y el Canelón Crujiente de Rabo con su Jugo y Gratín de Idiazábal, que finalmente queda pendiente para la próxima visita. Los noodles se saborean sin prisas. El cierre lo pone un postre inspirado en los tradicionales caramelos de violeta. Mejor descubrirlo sin más pistas.

Rita Sibarita se recuerda además por su terraza, en la que se puede disfrutar del atardecer, actualmente en proceso de reforma, lo que la convertirá en una parada obligada la próxima primavera. Por su ritmo. Por sus cócteles. Y por su menú de entre semana, que llena el local de lunes a viernes con trabajadores de las oficinas del edificio. La suya es una cocina mediterránea bien entendida que se fusiona con acierto con toques internacionales, especialmente orientales, tan presentes en las tendencias actuales. Desde luego, es una buena elección para celebrar un cumpleaños o el afterwork, para compartir tiempo con amigos o familia, y ofrece diferentes menús para eventos. Sin duda, su equipo es entusiasta, como se puede leer en su página web, de "la peregrinación gastronómica".