Hay momentos en los que al tratar con ciertas personas nuestra energía se desgasta, nos sentimos mal, adoptando una forma de ser muy diferente a lo que somos. Posiblemente te estés relacionando con las denominadas “personas tóxicas”, un grupo social cuyas características tienden a envenenar y asfixiar nuestro ser interior.

Amigos, compañeros de trabajo, familiares o incluso tu propia pareja sentimental pueden estar desarrollando una conducta tóxica hacia nosotros, provocándonos daño, sufrimiento y una pérdida progresiva de lo que somos.

¡No! A las personas tóxicas

Para combatir a este tipo de personas lo primero que se debe hacer es detectar a estos “vampiros emocionales”. Una vez que somos conscientes de la existencia de estas personas que con su actitud nos bloquean o aportan negatividad, estamos preparados para combatirlos.

Las armas están dentro de ti

Reaccionar ante la toxicidad de estas personas es fundamental para recuperar nuestra salud física y mental, por ello, debemos de ser fuertes y muy constantes puesto que en nosotros está la solución para acabar con este problema que afecta nuestro bienestar emocional.

En un primer lugar es conveniente saber que una persona tóxica apoya su poder en nuestra vida personal, intimidad, etc. Así pues, restringir esa información debilitará sobremanera a estas personas.

En ocasiones no es posible evitarlas al ser compañeros de trabajo, personas cercanas o familiares, en este caso, es necesario crear un escudo protector frente a ellos. Protegerse mentalmente ante sus palabras, abstraerse de sus comentarios creando una capa mental difusa donde se pierdan las palabras dañinas; con esto conseguiremos que no nos afecte directamente, lo que ayuda en gran medida a potenciar nuestra fortaleza. Si añadimos amabilidad, buenas palabras y una actitud neutral ante sus acciones, iremos desvaneciendo poco a poco la personalidad tóxica.

Por otro lado, podemos encontrarnos este rol tóxico en núcleos sociales no tan cercanos a nosotros, puntuales, que nos influyen de manera ocasional pero que repercuten en nuestro estado anímico cada vez que se nos plantea la idea de estar con ellos. En este caso es posible adoptar una actitud más fuerte marcando los límites a estas personas, dirigiendo un mensaje firme, sin fisuras y en último caso evitando el contacto con ellas.

Cuanto más caigamos en sus trampas, más fuerza y control daremos a las “personas tóxicas”, influyendo en nuestra vida diaria de forma directa. De todos modos en el momento en que la convivencia se hace insoportable o el daño comienza a marcar nuestra personalidad, es recomendable apoyarse en otras personas que puedan ayudarnos, ofrecernos alternativas para mejorar nuestra calidad de vida.