En las fiestas modificamos todos nuestros hábitos. Alimentación, tabaco, alcohol, etc. sufren grandes alteraciones pues se asocian a ellas: comidas largas, sobremesas eternas, salidas nocturnas, etc. No es necesario renunciar a disfrutar de una jornada diferente, pero sí es recomendable hacerlo de manera sensata, teniendo en cuenta las características personales de cada uno de nosotros.

Es importante señalar que el organismo femenino tiene un metabolismo diferente al masculino. La enzima encargada de digerir el alcohol es deficitaria, por lo que lo gestiona mal. A ello se une el hecho de que su cuerpo tiene menos grasa y agua, por lo que el efecto tóxico es superior. También las hormonas y el momento del ciclo en que te encuentres tienen influencia en el efecto que te produce, por lo que se te “puede subir” con mayor facilidad que a un hombre.

Las mujeres se plantean varios motivos acertados por los que renunciar al consumo de alcohol. Destacaría:

-El temor a engordar. No debe convertirse en una obsesión porque no aporta tantas calorías. Podemos dar una aproximación: 100 ml de cerveza de entre 4 y 8 grados, contiene 90 calorías; si es sin alcohol, 17; una copa de cava aporta 69 calorías; una de jerez 131; si es de ron 129; una de vino blanco 82; la de vino tinto 72; un whisky 294; un vodka 85; un margarita 550; un daiquiri 600; una ginebra 55, etc. A los destilados hemos de añadir las que aportan los refrescos, zumos, azúcar, etc. que se añaden para preparar el combinado del que se trate.

-El embarazo. Es esta etapa está totalmente contraindicado. El alcohol atraviesa la placenta y puede causar problemas graves en el feto. Se ha comprobado que nacen bebés con malformaciones congénitas o defectos a nivel neurológico que impiden que se desarrollen normalmente y darán lugar a niños con enfermedades graves. Si deseas tener un hijo, olvídate de él incluso antes de quedarte embarazada, pues en el tiempo que tardas en saberlo, tu bebé ya puede haberse visto afectado por el consumo.

-La responsabilidad. Normalmente “les toca conducir”, atender a los niños al llegar a casa, etc. por lo que no se relajan tan fácilmente y procuran consumir muy poca cantidad o renuncian a ello completamente.

Decir que son motivaciones femeninas no significa que los hombres no sean responsables, por supuesto. Ellos también consideran estos factores como limitantes a la hora de consumir alcohol y cada vez son más los que se turnan para conducir cuando beben unas copas quedando uno sin tomarlas. Y hacen muy bien. La única forma de evitar un accidente de tráfico es conducir con un consumo 0 de alcohol.