Se habla de estreñimiento cuando la frecuencia de las defecaciones disminuye a menos de 3 por semana, cuando las deposiciones son duras y pequeñas, se tiene sensación de evacuación incompleta o se requiere mucho esfuerzo para defecar. Para tratarlo es necesario acudir al médico y seguir sus pautas. Normalmente, y en función de la causa que lo provoca, se aplica un tratamiento adecuado (dieta, ejercicio físico, medicación específica, etc.) o una combinación de varios.

Resulta fundamental consumir la fibra diaria adecuada para combatir o prevenir el estreñimiento de manera natural reeducando el intestino, según señalan los especialistas. Se encuentra en alimentos de consumo habitual como las legumbres, los cereales integrales, las verduras o las frutas que no deben faltar en tu dieta. En el caso de un adulto sano, la cantidad de fibra recomendada oscila entre 20 y 35 gramos, acompañados de agua (1 ó 2 litros).

Desde la fitoterapia se recomienda el consumo de Plantago ovata. Sus semillas y tegumentos son ricos en mucílagos y se clasifican como “fibra mucilaginosa” por su capacidad para formar una masa gelatinosa al ponerse en contacto con el agua. Se utiliza como suplemento de fibra para tratar los síntomas asociados al estreñimiento.

Se considera que estos mucílagos son capaces de absorber unas 60 veces su peso en agua, por lo que ablandan las heces endurecidas y secas típicas de quienes padecen estreñimiento. Su efecto provoca el aumento del bolo fecal, estimula el peristaltismo intestinal, actúa como laxante, facilita la evacuación y permite unas deposiciones más frecuentes. Es poco irritante, por lo que genera un tránsito suave y protege la mucosa digestiva. También se utiliza para tratar la diarrea, la colitis, el síndrome de intestino irritable y otros trastornos intestinales.

No se recomienda su consumo a quienes padecen obstrucción intestinal, impactación fecal, dolor abdominal, náuseas, vómitos, problemas de deglución, parálisis intestinal, etc. Debe consumirse con mucha agua para evitar un bloqueo de la garganta o del esófago al tragarlo. Entre los efectos adversos (que suelen presentarse al inicio del consumo) se encuentran: gases, sensación de plenitud, diarrea, dolor abdominal, etc. e incluso reacciones alérgicas en personas susceptibles que deben ser tratadas por el médico.

Puedes comprarlo en la farmacia o en tiendas especializadas. Su forma de presentación suele ser en sobres. Debes seguir las indicaciones del prospecto que lo acompaña y consultar al médico todas tus dudas. No lo utilices sin su conocimiento para evitar complicaciones debidas a su consumo inadecuado.