La leche es un elemento imprescindible a cualquier edad, pero indispensable en los primeros años de vida. La alimentación de los niños desde su nacimiento es fundamental para que crezcan sanos y fuertes, con un desarrollo mental y físico adecuado, y la leche forma parte de esta evolución. Si no existe ningún problema va a resultar más sencillo, pues iremos pasando las diferentes etapas desde la lactancia (natural o artificial) hasta la ingesta de comida entera. El tema se complica si padecen algún tipo de intolerancia o alergia alimentaria (por ejemplo a la lactosa de la leche). Sigue los consejos de tu pediatra.

Los expertos señalan que, de manera general, la leche es buena para la salud porque:

-es un alimento de origen animal que forma parte de la dieta humana desde el inicio de los tiempos.

-es una fuente de nutrientes y energía en las distintas etapas de la vida.

-es un elemento básico de una dieta equilibrada porque contiene nutrientes esenciales para la salud.

-aporta proteínas de alto valor biológico.

-es la principal fuente dietética de calcio por su contenido y biodisponibilidad, pues contiene vitamina D y fósforo con los que actúa de manera sinérgica para mantener, por ejemplo, nuestros huesos en perfecto estado.

Estas propiedades nos ayudan a entender la importancia de su consumo habitual, pues necesitamos los componentes nutricionales que nos aporta para mantener nuestro organismo sano. Es necesario comentar que no se recomienda la misma cantidad de leche a cualquier edad (los niños, por ejemplo, deben tomar más), pero sí que estaría indicada una ingesta mínima diaria (salvo orden contraria del médico).

Su facilidad de consumo nos permite aportarla de maneras diferentes. Lo más sencillo es beberla, simplemente, fría, templada o caliente en función de las preferencias del consumidor. Además, puedes utilizarla para elaborar diferentes platos salados (una bechamel, por ejemplo) o dulces (flan, natillas, arroz con leche, etc.), en los que su sabor quedaría enmascarado y sería una manera de integrarla en la dieta de aquellos a los que no “les gusta”.

Acude a los diferentes puntos de venta donde encontrarás muchas opciones para elegir. Si te han indicado que debes reducir el consumo de grasa, puedes inclinarte por las desnatadas o semidesnatadas, con vitamina D añadida, por ejemplo. Si eres intolerante a la lactosa, encontrarás múltiples versiones sin este ingrediente. No tienes que renunciar a este alimento; simplemente encontrar el más indicado para tu caso concreto. Consulta al médico cualquier duda y no excluyas la leche de tu dieta.