Debemos plantear que algunos expertos señalan que el consumo de lácteos no es tan ventajoso como quieren hacernos creer, especialmente si ingerimos sus variedades enteras (con toda la grasa), muy salados (como los quesos curados) o excesivamente azucarados (ciertos yogures). También señalan que carecen de ciertos nutrientes (como fibra o vitamina C) o que su digestibilidad es baja y producen alergias e intolerancias.

A ellos se oponen quienes recomiendan un consumo diario de un mínimo de tres raciones. Las equivalencias para calcular que realizamos esa ingesta podrían ser las siguientes: un vaso de leche desnatada, 2 yogures desnatados, 2 unidades de queso en porciones, 40 gr de queso de bola o manchego, 200 gr de requesón, 150 gr de queso fresco o 200 gr de flan, corresponden a una ración.

Quienes están a favor de su consumo señalan que los lácteos:

-Ayudan a controlar la presión arterial. Un estudio confirmaría que la ingesta de lácteos desnatados de manera frecuente reduce la posibilidad de padecer hipertensión. Se cree que los compuestos de estos alimentos (calcio, vitamina D, lactosa, potasio, magnesio, etc.) favorecen su control.

-Mejoran la salud de los huesos. Son la principal fuente de calcio, fundamental para mantener la constitución ósea junto a la vitamina D y otros minerales (potasio, magnesio, zinc, etc.) imprescindibles para ello. Además, su biodisponibilidad es buena, por lo que se asimilan mejor que cuando se encuentran en otros alimentos.

-Reducen el colesterol. El consumo de leche y yogur desnatados baja los niveles de colesterol malo y sube los de colesterol HDL.

-Previenen la obesidad y el sobrepeso. Los niños que consumen mayor cantidad de calcio tienen un menor índice de masa corporal (ICM) lo que podría reducir su riesgo de padecer obesidad. Además, las proteínas presentes en estos alimentos aumentan la sensación de saciedad, por lo que reducen la cantidad de comida ingerida.

-Disminuyen la incidencia de diabetes tipo 2 y otros problemas metabólicos.

Cada vez son más quienes padecen alergias o intolerancias a ciertos productos de uso habitual como los lácteos. Esta situación complica su consumo y debe ser tenida en cuenta para evitar problemas de salud. Para los intolerantes a la lactosa existen productos en el mercado en los que se ha eliminado este componente y pueden ser consumidos con seguridad.

Consulta a tu médico y sigue sus indicaciones. Lo recomendable es realizar una dieta sana y equilibrada que incluya alimentos de todos los grupos de la pirámide nutricional combinándolos adecuadamente. No renuncies a ninguno sin que tu médico lo paute y modifica tu ingesta, únicamente, en el sentido que él señale.