El dolor de parto es uno de los mayores miedos que afronta una embarazada (junto con el relacionado con la salud de su bebé) y, según los datos de los especialistas, son más del 50% las que así lo indican. La epidural es una anestesia que se administra en el momento del parto para aliviar ese temido dolor. Es una técnica invasiva que consiste en practicar una punción desde el exterior en un punto concreto de la médula espinal donde se inyecta un fármaco específico (anestésico, analgésico, corticoide) en una dosis concreta.

La medicación se aplica en el espacio epidural (de ahí su nombre) mediante una jeringa o un catéter de pequeño tamaño. Se difunde por las diferentes capas hasta llegar a la médula espinal, donde bloquea los estímulos dolorosos. Según la zona de la columna en la que se inyecte la medicación, se verán afectadas unas zonas u otras, ya que se utiliza con frecuencia para diferentes cirugías habituales. En el caso del parto, suele administrarse entre la segunda y tercera vértebra lumbar cuando la mujer tiene contracciones intensas de larga duración y el cuello del útero dilatado más de dos o tres centímetros. Resulta primordial que quien realiza la inyección sea un experto porque trabaja en una zona comprometida utilizando una técnica con características específicas.

El proceso es sencillo:

-La mujer embarazada se coloca sentada o de lado con las piernas flexionadas e inmóvil.

-Se desinfecta la zona lumbar con un antiséptico.

-Se aplica un anestésico local en la piel.

-El anestesista inyecta la epidural y mantiene la vía para administrar los fármacos que sean necesarios durante el parto.

-Se perciben los efectos de la anestesia y, en 15-20 minutos, el dolor remitirá de forma muy notoria.

Su utilización puede dificultar y prolongar el proceso de dilatación. La posición horizontal puede resultar una desventaja en el momento de la expulsión (porque se aumenta la resistencia a la salida del bebé por el canal del parto), por lo que se recomienda que se coloque sentada la futura madre. También bloquea las ganas de empujar de la parturienta, por lo que pueden ser necesarios los fórceps, las ventosas o las espátulas.

No resulta recomendable en algunos casos en los que puede suponer un peligro para el bebé o para la madre. Destacaría:

-Alergia materna a anestésicos locales u opiáceos.

-Infección en la zona lumbar de la madre.

-Problemas cardíacos graves de la madre.

-Presencia de tatuajes en la zona lumbar porque la tinta puede ser arrastrada hasta la médula.