Carmen Reija
Es un problema crónico de la piel que provoca que la cara aparezca con un tono rojizo que resulta muy incómodo a quienes la padecen. También puede provocar hinchazón y úlceras que se asemejan al acné. La padece un alto porcentaje de la población y suele presentarse en las personas de edad media, de piel clara y sexo femenino. Puede asociarse a otros trastornos y causar mayor afectación a los pacientes. Consulta a tu médico todas tus dudas.
Se define como una dermatitis crónica que aparece normalmente en personas con problemas seborreicos y con mayor frecuencia en mujeres que en hombres (en los que los síntomas son más graves). Se caracteriza por la presencia de rojeces y la aparición de pápulas y pústulas muchas veces asociada a la ...
Se define como una dermatitis crónica que aparece normalmente en personas con problemas seborreicos y con mayor frecuencia en mujeres que en hombres (en los que los síntomas son más graves). Se caracteriza por la presencia de rojeces y la aparición de pápulas y pústulas muchas veces asociada a la cuperosis.
Suele acompañarse de un aumento de la temperatura local, un mayor grosor de la capa córnea, enrojecimiento y picor de la cara, ojos llorosos e irritados e hipertrofia de las glándulas sebáceas. Si la hipertrofia se sitúa a nivel de la nariz, se produce la llamada rinofirma (nariz rojiza, agrandada y con seborrea). Se localiza en distintas zonas como: entrecejo, nariz, mentón, mejillas, cuello, pecho, espalda, etc. Se presenta en todo tipo de pieles (normales y mixtas pero también en pieles secas).
Son varias las causas que la generan: tensiones nerviosas variadas, problemas personales, problemas sociales, insatisfacción personal, fracaso, etc. Problemas digestivos como: digestiones lentas y pesadas, hipercloridia (excesiva secreción ácida en el estómago), infecciones intestinales, etc. Alteraciones hormonales (diabetes y menopausia). Otros: hipersensibilidad a la luz, alimentos picantes, grasas, alcohol, bebidas y comidas muy calientes, etc.
A nivel preventivo se recomienda usar maquillaje fluido hidratante, realizar una buena higiene con productos adecuados y adaptados a la edad (leches limpiadoras, lociones suavizantes, emulsiones limpiadoras, etc.). Resulta imprescindible aplicar protección solar habitual y leche rehidratante tras la exposición al sol. No se deben utilizar productos abrasivos o con alcohol sobre la piel. Los jabones deben ser suaves y naturales.
Diagnóstico y tratamiento quedan en manos del médico. Suelen indicar la necesidad de evitar los factores desencadenantes para reducir o prevenir los brotes. Se recomienda evitar la exposición excesiva al sol, reducir el estrés y limitar el consumo de alcohol, bebidas calientes y condimentadas.
A nivel nutricional, se cree que llevar una dieta sana, equilibrada y rica en vitaminas del grupo B resulta muy beneficioso. Pueden utilizarse antibióticos orales o tópicos, fármacos vasodilatadores, electrocoagulación, laser, luz pulsada, etc., pero siempre bajo control del especialista.
A nivel natural se suelen utilizar ciertos compuestos como: manzanilla (terpenoides y flavonoides), té verde, probióticos, aceite de árbol de té, pepino, etc. En función del que se trate, pueden aplicarse sobre la piel o consumirse directamente. Consulta a tu médico su utilización.
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