Aunque los malos hábitos de nuestros infantes son muy numerosos, los expertos coinciden en señalar que:

-La práctica de ejercicio físico es menor de lo deseable. Cada vez dedican menos tiempo a jugar y moverse, por lo que el consumo de calorías es mínimo y no se relacionan adecuadamente con los demás. Correr y saltar estarían muy indicadas, pues son actividades en las que se “queman” más de 1000 calorías en una hora.

-La Fundación Española del Corazón señala que casi el 20% de los niños consume poco pescado azul y excesivo azúcar, por lo que los problemas cardiovasculares asociados se incrementarán exponencialmente.

-Los estudios confirman que más del 23% de los niños españoles no consumen ni fruta ni verdura a diario. Nos situamos muy por debajo de las indicaciones de la OMS que recomienda tres raciones de fruta y dos de verdura u hortalizas al día.

-El consumo de bebidas azucaradas es muy elevado y se asocia a la aparición de obesidad, diabetes y caries, problemas que se han incrementado entre los niños españoles. Lo ideal es que beban agua y que aprendan que los “refrescos” solo pueden consumirse en momentos especiales.

-La higiene inadecuada provoca demasiados contagios de infecciones que afectan a los niños y que ellos transmiten a los adultos. El número de virus que pueden atacarles es muy elevado y provocan patologías que deben ser tratadas por el médico. Resulta muy importante que les enseñemos buenos hábitos: lavarse las manos, ducharse, lavarse los dientes, etc. y en circunstancias concretas (es fundamental, por ejemplo, lavarse bien las manos después de ir al baño, de jugar en el suelo, etc.) para evitar la aparición de enfermedades infecciosas.

-El uso incontrolado y abusivo de las pantallas provoca problemas a varios niveles del organismo. Se ha comprobado que afecta a la visión, a la concentración, al estado de ánimo, a la sociabilidad, etc. Es importante reducir el tiempo de uso (si es excesivo) y saber lo que hacen y ven cuando se enchufan al ordenador o al móvil (no vayamos a sorprendernos con facturas impresionantes, por ejemplo).

-La agresividad ha aumentado entre los niños de todas las edades y aparecen comportamientos anómalos que deben ser controlados. Es necesario que aprendan a respetar a los que consideran diferentes y a resolver lo que sea que ocurra con diálogo y no con violencia. Los problemas de acoso y sus consecuencias dramáticas no sólo se plantean entre los adolescentes y deben ser atajados desde su inicio para evitar que se enquisten y generen situaciones peligrosas.